Fue un 16 de julio de 1988 cuándo nació Sergio Busquets, el jugador que, para muchos, es el más infravalorado de todos los tiempos. Su debut en LaLiga con el FC Barcelona vino de la mano de Pep Guardiola ante el Racing de Santander, donde disputó los 90 minutos. Su irrupción fue una sorpresa, siendo un desconocido en tercera división y sentando a un jugador asentado como Yaya Touré.
Mucha gente se fija en los delanteros, los goleadores… pero Sergio es, tanto en el Barça como en la Selección, la columna vertebral del equipo y esto es más difícil de valorar. Si no está él, el juego cambia totalmente. Su posición natural es la de ‘5’, aunque algunas veces lo hemos visto ocupar la vacante de central si fuera muy necesario.
Busquets tiene todas las características que tiene que tener un jugador de su posición. En la salida de balón se pueden destacar diferentes aspectos: dar la posibilidad al portero de el primer pase, meterse entre los centrales para abrir más el juego con la subida de los laterales y la participación de los interiores y, la mas importante, siempre es un apoyo para todos sus compañeros.

Hablando en clave Barça, cuando Busi, aparte de Messi, no está en el terreno de juego, los del ‘Txingurri’ sufren mucho más con y sin balón. En términos defensivos, el de Sabadell, es igual de importante que en aspectos ofensivos. Busquets es el primer centrocampista cuándo se tiene que presionar, siempre está con el ‘creador’ del rival, lo que todos conocemos como marcaje al hombre. También, una de sus mayores virtudes, es la de cortar líneas de pase que, en algunas jugadas, es clave.
Cada vez que veo jugar a Sergio Busquets me da la impresión de que sabe todo, como pocos en la historia de su posición. Porque Busquets es el mejor especialista del mundo, el mejor todocampista. Ha logrado poseer los secretos del juego con y sin pelota. No tengo ninguna duda de que el juego bonito, riesgoso y eficaz que juega desde hace años el Barcelona no sería posible sin su presencia. Sus posicionamientos son vitales para recuperar rápido el balón: para recuperarlo cerca del arco rival, para relevar a todos y en cualquier lugar. Para que el Barcelona juegue como nadie ese juego de posición que cambió el mapa del fútbol mundial. Para que España sea campeona del mundo. Para poder salir limpio y claro desde el fondo.