La adversidad es ocasión de virtud decía Séneca. No podemos afirmar en qué pensaba cuando se le ocurrió dicha afirmación, pero sí que podemos extrapolar sus palabras a la realidad actual del FC Barcelona. El equipo de Lluís Cortés encara la primera semana clave de la temporada, la primera final en la tercera jornada de la Primera Iberdrola. El empate ante el Rayo Vallecano obliga a conseguir una victoria ante el Atlético de Madrid para no ceder en el primer asalto por el título. El Estadi Johan Cruyff ha colgado el cartel de lleno absoluto para este partidazo. El fortín volverá a vestirse de gala para un equipo que necesita como agua de mayo el apoyo de su afición. Este fin de semana se demuestra si el equipo tiene madera de campeón o está condenado al ostracismo una vez más.
No es exagerado dotar al partido de estas connotaciones, pues la inversión realizada por el club en verano le coloca como favorito para conquistar un título que se le ha resistido en las últimas cuatro temporadas. La afición se ilusiona, pero no olvida. En la retina culé quedan los resultados negativos ante rivales teóricamente inferiores y, por ende, la regularidad que los rivales sí han tenido. El éxito -por suerte o por desgracia- se mide por los resultados y este sábado el Barça está obligado a llevarse la victoria si no quiere distanciarse del Atlético de Madrid; arrancar con 5 puntos de desventaja ante el máximo rival es un golpe duro si tenemos en cuenta que las colchoneras solamente se dejaron 6 puntos en 30 partidos en el ejercicio anterior.

No obstante, no todo es pesimismo y necesidad en la Ciudad Condal. Si nos fijamos en los encuentros directos entre los dos equipos la temporada pasada hay un halo de optimismo para las culés. De las tres veces que se vieron las caras, dos victorias fueron para el Barça -ambas en liga- y la restante para el Atleti en Copa de la Reina. Desde entonces han cambiado muchas cosas, sobre todo en el lado madrileño con refuerzos para paliar la marcha de tres piezas importantes como Jennifer Hermoso, Andrea Sánchez Falcón y Esther González -a las que se unen otras de menos relevancia-. La lista de llegadas se completa con Van Veenendaal, Charlyn Corral, Virginia Torrecilla, Kylie Strom y Toni Duggan -unido a fichajes menos conocidos como Olga Ovdiychuk, Leicy Santos o Pantsulaia-.
Pero la gran baza de este Atlético de Madrid sigue siendo José Luís Sánchez Vera. El técnico capitalino es, a mi modo de ver, uno de los mejores de la competición. Llegó a un equipo que había sido campeón y no solamente mantuvo el rendimiento, sino que lo llevó de nuevo a lo más alto con una identidad y un estilo muy reconocibles. Uno de los puntos positivos de Sánchez Vera es su capacidad de adaptación a lo que le pide el partido. No es raro ver como el Atleti parte con una idea inicial y, dependiendo de las debilidades que esté teniendo haya un cambio de esquema. Esto se pudo ver perfectamente en la segunda parte ante el Spartak Subotica, cuando aprovecharon la superioridad para poner una defensa de tres y solucionar los problemas en la creación acumulando más gente por dentro.
A propósito del encuentro europeo podemos afirmar que este Atlético ha mutado -poco, pero lo ha hecho- respecto a la temporada pasada. Antes se organizaban en un 4-2-3-1 donde Jennifer Hermoso campaba a sus anchas por detrás de Ludmila hace un año y las piezas de ataque estaban en constante movimiento. Ahora Sánchez Vera aprovecha el fichaje de Virginia Torrecilla para plantar un 4-1-3-2 en el que la centrocampista hace la función que hacía Meseguer antaño. Lejos de formar con un doble pivote, el madrileño ha optado por ‘aislar’ a la ex del Montpellier para acumular calidad por delante aprovechando de que tienen las espaldas bien cubiertas. No obstante, estamos ante un equipo que todavía está buscando su identidad, que ha de mejorar en defensa y terminar de acoplar las piezas para volver al camino que le ha llevado al éxito.

En clave Barça el partido estará en el dominio del centro del campo. No solamente basta con tener la pelota -sabemos que el Atleti será un bloque sólido y muy físico- sino que el equipo tiene que ser una roca en la medular tanto a nivel defensivo como ofensivo. La zona más floja del cuadro colchonero -por decir alguna- son los laterales, por lo tanto, Graham se antoja como pieza primordial en ataque. Por parte del rival la jugadora con más talento es Ángela Sosa; no sólo produce mucho en tres cuartos sino que también se acerca a la base de la jugada para participar en creación. Unido a eso va un excelente golpeo desde la lejanía y en acciones a balón parado, especialmente en los saques de esquina. A esto hay que añadirle a Ludmila Da Silva, que con espacios puede hacer sufrir a Mapi León y a su acompañante (que todavía no sabemos si será Pereira o Van Der Gragt).
Las azulgrana han de salir al partido con la convicción de que son superiores a su rival, porque es así. Jugando en casa ante 6.000 espectadores las de Lluís Cortés están ante la oportunidad perfecta para dar el primer golpe sobre la mesa y demostrar que el empate ante el Rayo Vallecano fue un tropiezo. Es osado hablar de que se puede perder la liga, pero la realidad es la que es y lo hemos repetido a lo largo de este análisis; distanciarse a 5 puntos ante un equipo que apenas pierde es muy peligroso. Es el momento del FC Barcelona, ahora toca demostrar que el proyecto va en serio. De momento ya van ganando con el lleno previsto para el sábado. La afición ya ha dicho su palabra, ahora les toca a ellas hacerlo sobre el césped. Que empiece el espectáculo.