Viento y pases en el Camp Nou

Todo ondeaba en el Camp Nou. Las banderas, las nubes, las emociones. Las expectativas. Hacía muchísimo tiempo que no se respiraba este ambiente en el entorno de los azulgrana, motivado por la sabia curadora de una nueva cara en el banquillo, alguien más Cruyffista que Cruyff, que dijo el periodista Jordi Quixano. Y es que el barcelonismo, por encima de todo, necesitaba recuperar referentes identitarios. Estar en casa sintiéndola extraña es como no tener casa. Algo así le sucedía en los últimos tiempos. Con «los de siempre» en el XI y marcando el de siempre, el Barça de Setién echó a rodar con una victoria made in Setién.

Hubo quiénes esperaban que el técnico cántabro deshiciese media alineación. El fútbol, más que cambiar nombres como cromos, se basa en la predisposición y la intencionalidad. Y así se vio en los primeros compases, porque a pesar de sacar un XI sin sorpresas, la disposición sobre el verde sí lo fue. Defensa de 3 con Sergi Roberto cerrando como tercer central, Busquets jugando de mediocentro, sin tener que caer en la jaula que es su propia área, y con un Jordi Alba encargado de dar amplitud por su banda mientras Ansu Fati hacia lo propio en derecha. Es decir, «mismas» caras, pero distinto movimiento. Un cuerpo que pasó de ir en muletas a trotar suavemente.

Ha sido una semana de sonrisas reconciliadoras en los entrenamientos, y esto que han entrenado más que nunca. Sonrisas y buenrollismo a dóquier en un Barça que necesitaba una inyección anímica de este calibre. Un equipo dormido en la rutina que necesitaba volver a sus raíces, verse el rostro en el frío espejo del abismo para reconocerse. Y es que en este nuevo sistema, con tres centrales, Busquets y Griezmann, quiénes habían recibido críticas a lo largo de la temporada, se vieron enormemente potenciados. Ambos han encontrado más compañeros con los que relacionarse, como si salieran de estar en cuarentena. El Barça es otro cuando la velocidad y la sapiencia del francés dirigen sus ataques y cuando Busi, siempre el mejor lector del partido, puede ser parte activa del plan. «La zona Busquets» es la que conecta la medular, al zona central, con Messi. Y esta zona es y siempre será suya.

El partido avanzaba hacia una sola dirección. Parecía un examen en el que los jugadores se han estudiado al dedillo la lección del nuevo profe para sacar nota. Ni Arturo Vidal se movió de dónde debía. Mantuvo la posición y fue, una vez más, de los mejores activos del equipo. El caño que le tiró a Setién en el entrenamiento previo como mensaje premonitorio. El chileno, que ha jugado de todo y en todos sitios a lo largo de su carrera, está dispuesto a volver a cambiar de piel. Pero las ocasiones se sucedían solo cuando Messi participaba. Y quizás en esta primera toma de contacto sea lo normal. Leo es el metrómetreo y el pedal de este equipo. Sus gestos movían a un equipo que demostró saberse bien la lección, aunque aun con margen para improvisar.

El público vino a ver «cosas nuevas». Como si, tras mucho tiempo con migraña, hoy por fin, las temples volviesen a dejar de presionar. El aficionado quería caras nuevas, algo que lo desenganchara de un pasado que parece lejano pero que aun está pegado con firmeza en el cerebro de todos. Había silencio en el Camp Nou. No había ocasiones a pesar del dominio posicional, y los fantasmas empezaban a asomar. No hay equipo más vertiginoso en lo emocional que este. Cada acción pende de un hilo que hace tiempo que parece estar roto. Hasta que entró Riqui Puig. El canterano representa mucho de lo que el aficionado ansía. Aunque pareciese que el viento fuera a borrarlo del verde de un plumazo, aguantó. Le dio tiempo para robar un balón, picando como una avispa a lo Andrés Iniesta, en la que fue la jugada del gol. Riqui Puig es de esos jugadores tramposos. Su físico es una de sus mayores ventajas, precisamente porque nadie cree que lo sea. Mientras los comentaristas señalaban lo liviano y frágil en su figura, él robaba con un canibalismo sutil. Un toque suave, brillante de Antoine, y una delicatessen de un Vidal que, esperemos, se Setienice pronto. Porque el chileno tiene mucho fútbol. Y Leo, siempre Messi, que en el partido en el que se vieron más pases en el Camp Nou, dijo que por qué no dar otro más. Esta vez a la red, y con la derecha.

Setién resoplaba como tu desde el sofá. Porque quería ganar, aunque te vendan lo contrario. Y de la mano de Leo Messi es más sencillo.

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