Pinchazo en el alma

How many special people change? A pesar de su conocida y universalmente aceptada durabilidad, me apena que las primeras impresiones cuenten con tan mala fama. Supongo que es natural. Se nos educa con la idea de no juzgar un libro por su portada, pero una vez que acumulamos experiencia y madurez suficientes y damos por descontado que lo esencial es invisible a los ojos deberíamos otorgar mayor relevancia al instinto. Reivindico jugar al primer toque cuando se trata de definir ante el portero, de tomar decisiones o de aceptar las de los demás (en un momento estoy contigo, Messi). Por mucho que sorprendan o duelan. Porque al fin y al cabo, lo que sentimos en caliente se acerca más a la realidad —y encierra nuestra esencia, de esto no tengo dudas— que cualquier conclusión final supuestamente razonada, templada, fría o del tiempo. Quienes tardamos deliberadamente en formarnos cualquier opinión regresamos a menudo a la corazonada inicial porque, reconoced conmigo, la primera impresión acaba casi siempre siendo la que vale.

How many lives are living strange? Como al culebrón del siglo le faltan capítulos y le sobran aristas, acudo al casus belli para emitir una suerte de diagnóstico provisional. El burofax fue un pinchazo en el alma, una mezcla de desengaño amoroso y desazón futbolística. Al incómodo silencio del capitán tras el 8-2 que hundió el barco se sumó la constatación nero su bianco de su deseo de irse, lo que me llevó instintivamente a palparme el brazo en busca de un brazalete imaginario. Negué con la cabeza. Vivía mejor creyendo que Leo no se había pronunciado por ¡comprensibles! rabia deportiva e ira institucional. Sin embargo, desde su adiós con acuse de recibo no logro quitarme de la cabeza al rosarino pasando el luto entre abogados, con «prisa por escapar de un club que le dio todo, hasta que un día le empezó a quitar» como apuntó Valdano. Duele visualizar al ’10’ en plena resaca europea mientras trama un quiebro legal que ¡sin duda! merece la directiva, pero que mandará a la lona también (sobre todo) a los culés de a pie. La estocada mortal al presi, toda una afición en la estacada.

Where were you when we were getting high? Suelo repasar la columna de Ballester antes de publicar la mía como quien consulta el prospecto de un medicamento que ya ha ingerido; leo que «conviene entender que nuestros ídolos no son ni serán perfectos». Pues eso, lo que yo decía. La tarde del 25 de agosto de 2020 será de las de dónde estabas cuando… Messi bajó del Olimpo de golpe y porrazo. El capitán rompió su silencio. Bueno, no. Con crédito hasta entonces ilimitado —obtenido merecidamente en el campo, sería de necios discutir al mejor futbolista que verán nuestros ojos— y todo el derecho del mundo al mosqueo institucional, el astro rey se sobrecalentó. Explotó. Empezó entonces una partida de ajedrez que nunca hubiésemos querido presenciar y en la que todos saldrán perdiendo. Sus asesores marcan una cruel hoja de ruta con inevitable destino a Manchester. Sigo formándome una opinión. No era fácil salir bien, era imposible hacerlo tan mal. Para decir con D10S le sobran los motivos.

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