De «filtradores», egos inflamados y una idea

FUEGO A DISCRECIÓN | Jorge Ley

A esta altura, los que se llevan las manos a la cabeza por las teóricas «filtraciones» [sic] de Riqui Puig (¡Hasta las filtraciones están de rebaja en el Barça! ¡Para lo que ha quedado!) deben hacerlo fundamentalmente por el miedo a perder el derecho a la exclusividad. No por nada pululan en medios con gran altavoz mediático los deseos, las penas y las penurias del entrenador Koeman, que deben llegar a esos oídos prestos usando drones espías. Seguro que sí. La información de El País, firmada por Irigoyen, y que señala el punto de quiebre que marcó la relación entrenador-futbolista produce un profundo desasosiego. Principalmente porque refleja que el filtrador de toda la vida, el que hacía daño real a un grupo, era el que avisaba de alineaciones al amigo del palco justo antes de arrancar un partido. O el que aireaba un desencuentro, una pelea o un cruce de declaraciones entre compañeros. Un filtrador, vaya. Pero nada de eso hay aquí. Por no haber, no hay nada.

Contar que a uno lo echan, siempre de acuerdo a El País, no parece encajar bien en el paradigma de elemento tóxico que envenena el ambiente de un vestuario. ¡Si te están echando! Muchísimo más dañino para la integridad anímica de un grupo es tomar como punching bag bajo pretexto de tonterías como esa y ajusticiar frente al bloque a un chico muy prometedor, pero con nula ascendencia entre pesos pesados. De hecho, uno podría argumentar que hay bastante más perjuicio colectivo si se decide reventar a un activo del club, a uno de los mejores futbolistas de la campaña poniendo su compromiso en duda porque «no asiste regularmente a entrenamientos voluntarios». O colocándole en el disparadero de algunas vacas sagradas existiendo muestras más que razonables de cierto acomodo en el status quo. O dejando la suspicacia interesada contra el canterano en una conferencia de prensa. Todos estos berrinches infantiles, y publicitados en días consecutivos como quien no quiere la cosa (¡Que alguno debe creer, entre puchero y puchero, que con estas filtraciones quedan bien!), delatan con crudeza el desquiciamiento actual del Barça, un club incapaz de ofrecer puestos clave, o puestos, a futbolistas moldeados para triunfar en la institución y que suelen rendir como casi nadie cada vez que alguien se acuerda que existen. Esos a los que, sin embargo, se prefiere aplastar como si fueran juguetes de segunda utilizando mensajeros oficiosos, pero, se ha visto, nada ocultos.

Ya es malo que los últimos gestores del FCB utilizaran La Masía como método efectivo de hacer caja (¡Se podría montar un motel ad hoc para los casi 50 brasileños del Barça B!) para que, además, el ego inflamado de quienes hoy son líderes tapone el desarrollo y crecimiento de activos del club que ya han demostrado estar por encima del resto en medio de tanta precariedad anímica y futbolística. Y a los que todo un Barcelona debería mimar como piedra angular de cualquier proyecto merecedor de ese nombre. Naturalmente, para ello es necesario que se mame esta filosofía tanto en las categorías inferiores como en el banquillo del Camp Nou. Los próximos dirigentes más vale tomen nota.

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