Con el ‘Gánatelo’ serigrafiado en el pecho, los azulones cumplían con la tradición y homenajeaban a su rival tras la victoria copera del pasado sábado en La Cartuja. Del modo más reivindicativo posible empezaba un partido que se puso de cara tempranamente. Y Leo Messi, malinterpretando el mensaje de las camisetas, salió a ganar.
Leo y Sergio. Messi y Busquets. La sinergia definitiva apareció y volvió para erigirse como la génesis de todo. El más inteligente de la clase rompió tres líneas de un porrazo filtrando un balón con marca registrada. El Busi más disfrutón nos encanta, sobretodo cuándo con un simple movimiento rompe todo el plan establecido, o cuándo nos regala el clásico recital de pases con criterio. Nada de lo que habíamos visto hasta el momento hacía prever lo que acabaríamos presenciando: Faltas de entendimiento, rebotes, goles en propia, enfados y recogepelotas. Partido extraño donde los haya.
Los dos errores garrafales estaban a la vuelta de la esquina. Primero fue el turno del avezado en saltarse el toque de queda y errar en lo imperdonable. La Ley de Murphy apareció y, de nuevo, Lenglet se topó con la mala fortuna introduciéndose el balón en su propia portería con la mano. “¿Ah, sí?”, dijo un Sofian Chakla dispuesto a superar al francés en infortunio. ¿Para que una cesión a tu portero nunca puede ir entre los tres palos? Porque no pasen cosas como el gol en propia meta del defensa marroquí del Getafe. El castillo de arena se le caía a un Bordalás que veía como sus jugadores, alicaídos, se desvanecían ante un Barcelona crecido y con el afán de seguir la estela de un Atlético de Madrid intratable. La versión más “gana ligas” del Barça volvía. Con un once sin Dest, ni Dembélé, ni desborde, los azulgranas se acercaban más aún a la victoria tras una pared de Messi con el palo de la portería rival que acabó en gol y celebración con un recogepelotas más que afortunado. 3-1, se llegó al descanso.

Bajan las revoluciones y el Geta con Fe
Saltaron de nuevo los jugadores y el Getafe ofrecía demasiado terreno a un Barça liberado tras haber ampliado distancias en el marcador pero incapaz de recuperar la superioridad ofrecida durante el primer tiempo. Aun así, el conjunto madrileño no ofrecía mucho peligro. Todo iba bien y nada podía salir mal… O sí. Un nuevo error, esta vez del bienllegado Araujo, provocaba que los azulones conectaran de nuevo con el partido tras un penalti provocado y convertido por Enes Ünal. Un tío clavado al Mourinho de la época Robson. También al protagonista de You. Pero bueno, 3-2 y enfado monumental de Koeman con el mundo (personificado en Mingueza).
Llegábamos al término de los noventa minutos y parecía que el Getafe se convertía de nuevo en el “Fe Club de Fútbol” que acuño en un día de mal recuerdo para los intereses azulgranas. El miedo se adentraba hasta las entrañas más estrechas del Camp Nou. Pero para ganar una Liga hace falta orgullo y Araujo sacó las garras con un testarazo de antaño que ni Santillana. El uruguayo confesaba sus pecados y se resarcía de haber provocado un penalti que había dado aire a un Getafe abatido. Y el ‘uruguayo’ de Borgoña sentenció, pues Antoine Griezmann llegó a la fiesta a tiempo para poner la última canción. Forzó un penalti que transformó él mismo para poner el 5-2 definitivo en el marcador en el minuto final.
El Barça doble-cara ganó la primera de las ocho finales. Villarreal será el siguiente escollo para un equipo que puede pasar de la nada al todo. Meses complicados, con situaciones tensas deportivamente e institucionalmente, con el verano de Messi, con elecciones de por medio y una eliminación de Champions incluida. ¿De todo esto al doblete? Ya se verá. Que llegue el siguiente partido, que mientras haya fútbol no se va a hablar de Superliga.