El tiempo pasa para todos. Los niños se hacen mayores y los mayores desearían volver a sentirse niños. El paso de los años nos hace añorar lo que antes teníamos y ahora ya no. Es ley de vida comenzar a echar de menos algo una vez lo perdemos. La normalidad nos envuelve y atrapa en un entorno que sentimos nuestro, como si durara para siempre, aun sabiendo que no hay nada que se plasme como eterno.
El pasado sábado, antes del crucial Barcelona – Atlético de Madrid, miré ambas alineaciones, como hago antes de sentarme a ver cada partido. Koeman salía con prácticamente todos los esperados, cómo no podía ser de otra manera en un partido de tal calibre con medio título de liga en juego. Pedri, De Jong, Busquets, Piqué… nada fuera de lo común.
Y cómo no, Lionel Messi partió de titular. Sí, que sorpresa, ¿verdad? Algo tan común como esto, me llevó a hacer un ejercicio de reflexión temporal, y mi cabeza pensó: “Joder, Messi. Pasan los años y este tío sigue, y a qué nivel”. Miles de momentos del argentino con la blaugrana recorrieron mi cabeza, como si ayer fuese. Desde su primer hat-trick contra el Real Madrid con tan sólo 19 años hasta el día de hoy. 16 años de cultura al fútbol que inundó Barcelona de ilusión y prosperidad. Pensé también en sus balones de oro, en los seis.
Después de tantos años a tal nivel, que en lo personal defino como ‘nivel Messi’, recordé que el último fue hace bien poco, en diciembre de 2019. Ese ejercicio de reflexión -que nunca está de más- hizo retumbar en mi cabeza un nuevo “joder, Messi”. No podía creerlo. Su cantidad de goles, asistencias, partidos y años en el Barça son muchos, pero cuando me paré a pensarlo en frío, parecían aun más.
El empate a cero contra los del Cholo dejó un partido gris para los culés. Se escapaba media liga y el equipo no respondía a las exigencias de un rival tan complicado y que se hizo difícil de batir. Pero mientras corrían los minutos todos nos agarrábamos a algo, y ese algo nació en Rosario y es bajito. Lo vi arrancar en una jugada en el 40′. Le dio por acelerar y pasar a seis rivales sin ningún tipo de piedad, con una arrancada que por desgracia, cada vez se le menos, pero que sigue emocionando cada vez que ocurre. Finalizó, paró Oblak y pensé: “¿Sigues haciendo esto? Joder, Messi».
Leo habituó al aficionado a convertir lo difícil en fácil y lo raro en común. ‘Malacostumbrado’ es la palabra que mejor define al mundo del fútbol con respecto a su rendimiento. El “nivel Messi» sale al campo cada fin de semana, con una regularidad impropia del ser humano. Y lo peor de todo, es que parece que nunca se acaba, sabiendo que el día cada vez está más cerca.
Nuestras cabezas sienten la obligación de convertir en eterno aquello que seguimos viendo y no queremos dejar de ver, pero la realidad es que a pesar de ser Leo Messi, también se acabará. Por desgracia, el tiempo solo lo para en el campo y no fuera de él. Se irá y dejará al fútbol huérfano, y el día que eso ocurra, lo echaremos de menos y todos diremos: “Joder, Messi».