Deshojar la margarita

FUEGO A DISCRECIÓN | Jorge Ley

Tener a Josep Guardiola acordándose del «club de mi corazón» a miles de kilómetros de distancia, no ya física, sino emocional, resulta particularmente doloroso ahora que persiste un entrenador en el alambre al que se mantiene tras el paso de las semanas simplemente por estar enganchado a un contrato leonino para la entidad. De esos que el bartorosellismo dejó bien atados a fin de que, de cuando en cuando, nos acordemos del pozo sin fondo del que a duras penas se comienza a salir. Si es que se puede salir del todo.

Laporta bien podría necesitar la voz de Johan en su oído. Sí, en ese papel de consejero áurico que algunos le reprochaban mientras pedían que los futbolistas del Barça fuesen remplazados por sucedáneos de Usain Bolt. ¡Existiendo incluso quien te lo razona(ba) apelando a los Vidales y Paulinhos! Hay quien dice que Cruyff le insistiría que tuviera paciencia con su connacional. Muestra ineludible de que todos tenemos derecho a maquinarnos (que no imaginarnos) nuestras propias interpretaciones. Cabría preguntarse, afinando un poco más el tiro, qué pensaría el faro de costa por excelencia del barcelonismo si la razón por la que una Junta no aparta a un entrenador del que no confía es la exclusivamente contractual. ¿Un proyecto ideado en la cabeza del presidente en el que no existe el inquilino actual del banquillo es siquiera sostenible?

La nueva Junta debería pensárselo dos veces. Porque verse obligados a pagar más de 12 millones de euros de indemnización por este potencial despido es, antes que cualquier otra cosa, el penúltimo acto desleal de unos iluminados que se han ganado a pulso el ser despojados de su condición de soci. Cuyos altavoces, por cierto, tienen la santísima autoestima de reprochar al laportismo no sé qué malas formas. Sí, esos que reciben y reproducen como pericos las filtraciones del que tan vilipendiado se siente. Pero los pueriles infantilismos del neonuñismo mediático no son ya novedad. Más bien, son como ecos de una corriente de la que jamás puedes escapar totalmente.

Aquí entra de lleno la valentía de la nueva Junta. Que si quiere regresar a las esencias perdidas tendría que plantearse, como dice Ángel Iturriaga, una cabeza futbolística que no sea la de Ramón Planes. Es decir, una cabeza futbolística. Y fundamentalmente, reconocer que dejar ir esos millones de euros en el corto plazo pueden ser la mejor inversión futbolística de un club urgido de buenas noticias. Sobre todo cuando un proyecto saltó por los aires y ya no tiene marcha atrás. Y no la tiene desde el mismo momento en que su conductor se ha ido del mundo real para participar en el reality de los medios y así lavar las culpas. Frente a las cámaras y detrás de ellas.

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