Koeman, Thatcher y el discurso ‘TINA’

Durante la Guerra Fría, el mundo se dividió en dos mitades: el bloque occidental y el bloque oriental. A pesar de la rivalidad ideológica, política y socioeconómica entre las dos potencias mundiales que lideraban los bloques, no había ningún punto en el planeta en el que sus fronteras terrestres coincidieran. Por lo tanto, hay un gran número de países que se encontraban entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, y se veían obligados a tomar partido. Es el caso del Reino Unido, geográficamente colocado entre los dos gigantes pero con un claro apoyo al movimiento occidental capitalista, y lejos del comunista oriental. Ese apoyo se incrementó cuando en 1979 ingresó en el poder Margaret Thatcher, “la dama de hierro”. Thatcher formaba parte del ala más fuerte del Partido Conservador y, para argumentar su posición ante el conflicto global y su deriva política y sobre todo económica, acuñó el ya famoso lema “There is no alternative” (también conocido con el acrónimo TINA). La Primera Ministra británica dejaba claro así que, para ella y para su partido, la única manera de avanzar como país y como sociedad era la expansión del capitalismo más liberal.

El Barça está inmerso en su propia Guerra Fría. Aunque con varios frentes abiertos, la pugna entre la actual junta directiva y la anterior es clara, aunque las fronteras terrestres aún no coinciden. El entrenador del primer equipo, Ronald Koeman, se encuentra geográficamente entre los dos bloques, aunque con una tendencia cada vez más clara hacia Bartomeu y lejos de Laporta, tal como demuestran las últimas declaraciones del técnico neerlandés. Ayer su equipo vivió y perdió de forma clara una batalla que se preveía clave para entender dónde se encuentra el conjunto culé ante los gigantes europeos. Después de la clara derrota por 0-3 ante el Bayern, el discurso ha sido generalizado empezando por el propio Koeman, los mismos jugadores y también la prensa deportiva. “Es lo que hay”, “la triste realidad”, “no se puede hacer más”, “tenemos la plantilla que tenemos” son los titulares que nos deja la enésima debacle europea del Barça en los últimos años. Es decir, un “There is no alternative” de manual. Pero sí hay alternativa.

La mayoría de críticos de Margaret Thatcher no le pedían ingresar en el bloque soviético y asumir un modelo socioeconómico comunista, pero sí le pedían unas políticas diferentes al capitalismo salvaje por el cual apostaba la Primera Ministra. En esta misma línea, los críticos de Koeman no le piden llegar a la excelencia del Barça de Guardiola, pero sí le piden jugar como el Barça. Históricamente, el club ha perdido duelos importantes, pero los ha perdido sin olvidar la esencia que lo ha llevado a lo más alto, excepto en los últimos años. Lo que no permite la historia del Barça es dejar de nadar para esperar que las olas lo dejen en alguna orilla. Ayer el equipo de Koeman, ya desde el planteamiento inicial, jugó a esperar que la marea no subiese y un cambio de corriente milagroso les permitiera dar la campanada y superar al conjunto de Nagelsmann. Pero, como todos saben, no fue así.

El debate también se ha trasladado a la plantilla actual, y es cierto que perder el mejor jugador de la historia condiciona y hace peor cualquier plantilla del mundo, además de no tener un fondo de armario propio de un equipo aspirante a todo y con jugadores importantes lesionados. Pero también es innegable que un centro del campo formado por Busquets, De Jong y Pedri es la envidia de la inmensa mayoría de equipos europeos. Un mediocampo como este, sumado a jugadores diferenciales en cada línea (como Ter Stegen, Piqué o Memphis), no se puede permitir jugar a esperar, a vivir cerca del área propia y buscar a un Memphis totalmente solo en ataque cuando se recuperaba algún balón. El Barça puede perder a su jugador insignia, el más importante que ha tenido nunca, pero jamás puede perder su identidad, porque después deja de ser el Barça. Y ayer no estaba Messi, pero tampoco vimos ni rastro del Barça. 

Cuando Margaret Thatcher abandonó el poder en 1990 fue sustituida por el también conservador John Major, pero siete años más tarde el Partido Laborista de Tony Blair se impuso en las elecciones. Parecía el inicio de una época de cambios con Blair como Primer Ministro, pero se quedó en el intento. Después se entendió aún más el eslógan “There is no alternative” de Thatcher ya que, en palabras de la misma varios años más tarde, “Tony Blair fue mi máximo logro”. La líder conservadora consiguió que hasta los laboristas admitieran que no había alternativa posible a su línea política y económica. De momento, Koeman no ha conseguido que el discurso “TINA” llegue a sus opositores más firmes, pero va ganando cada vez más terreno. Laporta no parece dispuesto a aceptar esta línea, y así lo demuestra la reunión que tuvo después del partido con el entrenador neerlandés y otra con el vicepresidente Rafael Yuste y Mateu Alemany. Falta ver si, como Tony Blair, la época de cambios queda en el intento o si desde el club se apuesta con firmeza por la alternativa cuya existencia algunos parecen negar.

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