Un sinsentido

Caos. Eso es lo que presenciaron los cerca de 30.000 espectadores que ocuparon la gradería del Camp Nou durante la noche de ayer. El partido perdía cada vez más sentido con cada segundo que corría en el luminoso y hasta el pitido final. Por el ambiente, la crispación del estadio y de los propios jugadores y la actitud y decisiones de Koeman parecía que el Barça estaba jugando la jornada 38 en pleno mes de septiembre. Y es que, cuando las cosas van mal, siempre pueden ir a peor (aunque a veces parezca imposible).

Ronald Araújo, para muchos el mejor jugador del encuentro de ayer, decía al terminar el partido que “los goles a balón parado son un poco de desconcentración”. Se puede estar más o menos de acuerdo, pero lo cierto es que en el minuto 2 el Barça perdía por 0-1 tras un córner sacado en corto. Busquets no quiso meter el pie a Escudero dentro del área, Ter Stegen se precipitó en la salida y Domingos Duarte ganó la partida a Frenkie De Jong. El peor escenario posible llegaba en el peor momento posible, ante una hinchada muy molesta después del varapalo del martes ante el Bayern de Múnich.

A partir de este mal inicio, el partido fue de despropósito en despropósito. El Barça jugó mucho por los costados, aunque solo la internadas de Dest parecían ofrecer algo de peligro para la meta del Granada. Aun así, Sergi Roberto mandó un balón al travesaño tras un saque de esquina que pudo suponer el empate en el marcador. Esta, junto con dos remates de Araújo también a balón parado, fueron las mejores ocasiones de un Barça cada vez más nervioso y desconocido, y que perdió por lesión al joven lateral Alejandro Balde.

Entre centros y remates el partido se marchó al descanso, cuando Koeman decidió dar entrada a Luuk De Jong para aprovechar esos envíos al área. El exdelantero del Sevilla pasó desapercibido en el juego del equipo y erró en boca de gol un centro medido desde la izquierda. Sin embargo, el Barça siguió firme en su idea de mandar balones al corazón del área para encontrar algún rematador.

Aún más esperpéntico fue el cambio de Yusuf Demir por Gerard Piqué, situado directamente de delantero centro junto con Luuk De Jong, a los que minutos más tarde se añadió Araújo. Es difícil echar la vista atrás y encontrar un tridente más extraño que Piqué-Araújo-Luuk De Jong en ataque. Además, Riqui y Gavi entraron por Coutinho y Busquets pero el balón no pasaba por el mediocampo y parecía que esas eran las consignas de Koeman, que buscaba a un Dest fundido en la izquierda y a Mingueza en la derecha.

El Barça acabó el partido con Ter Stegen en la portería, Frenkie De Jong y Eric García como centrales, Mingueza y Dest como carrileros, Riqui y Gavi en el mediocampo, Memphis con libertad de movimientos y una triple punta con Piqué, Araújo y Luuk De Jong. Ver para creer. Aun así, un balón caído dentro del área que bajó Piqué y colgó Gavi con mucha delicadeza lo aprovechó Araújo para salvar un punto en una de las noches más incomprensibles de los últimos tiempos en el Camp Nou.

La prensa apuntaba tras el 0-3 ante el Bayern que Laporta dio tres finales a Koeman para rehacer la situación del equipo: Granada, Cádiz y Levante. De momento, la primera está perdida por resultado y, sobre todo, por planteamiento, sensaciones y juego. Faltará ver si una hipotética remontada en las dos últimas sirven al técnico neerlandés para salvar su puesto o, por el contrario, Koeman está ya sentenciado.

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