Cuenta la leyenda que una energía muy especial circula por el universo. Ese campo de energía metafísico y omnipresente es conocido con el nombre de “la Fuerza”. Generación tras generación, los maestros Jedi y Sith de la galaxia han sido los únicos capaces de comprenderla y domarla con tal de traer el equilibrio más puro a la naturaleza de las cosas, unos a través de la luz y otros a través de la oscuridad.
Independientemente de hacia dónde transforme su energía interna, en Ansu Fati se percibe ese mismo aura que va más allá de lo tangible. Destinado a ser “un jugador con estrella”, Ansu aterrizó en la galaxia futbolística con 16 años y 300 días en una noche de verano de 2019 en que el Barça recibió al Real Betis, pero el Camp Nou, más que el nacimiento de un héroe convencional, contempló una energía disruptora que emanaba sensaciones del elegido que aún no conoce sus propios límites. Algo que prácticamente deba miedo. Entre las gradas había sorpresa, pero también unanimidad: era la llegada de la Fuerza.
En sus 44 partidos jugados entre 2019 y 2020, el español asombró con una paleta de recursos técnicos y tácticos muy amplia, no necesariamente escogiendo la opción más vistosa sino la más adecuada. Ansu Fati no tiene la zancada de Haaland, la velocidad de Mbappé o la resistencia de Pedri, pero es poderoso en la Fuerza. Y el mero hecho de haber comprendido y domado la Fuerza que fluye en su interior le hace capaz de estar por encima de los partidos. Capaz de entender los terrenos de juego como sitios donde no solo jugar al fútbol, sino expresar su sensibilidad a la Fuerza a través de una relación con su cuerpo, la pelota y el juego híper sensorial y extremadamente intuitivo. Cuerpo de joven Padawan, mente de maestro Jedi.
Con la lesión de rodilla se abre un nuevo horizonte para Ansu. Los primeros meses de 2021 se convirtieron en calvario y los últimos pueden convertirse en el renacer de un alma ansiosa y un cuerpo muy tocado, pero no hundido. Su nuevo reto no puede representar otro que afrontar la recuperación física a través, en parte, de la mente. Rehuir del miedo a pisar el césped y volver a moverse sobre él con total naturalidad. Porque, como bien saben los conocedores de la Fuerza, el miedo lleva a la ira. La ira lleva al odio. El odio lleva al sufrimiento. Y el sufrimiento lleva al lado oscuro. Y, como Ansu, hay pocos elegidos con más capacidad y habilidad para hacer el bien. No concibe otro camino.
Sea como fuere, tras haber estado sumido en un largo letargo y haber mantenido la paciencia para recuperarse de quien se sabe dueño de su propio destino, Ansu Fati está de vuelta. Y con él vuelve la mirada de alguien confiado en triunfar de la mano de su plena determinación. Un Ansu Fati que revive el despertar de la Fuerza.