SIN PRECEDENTES QUE VALGAN

Un nuevo Clásico está a la vuelta de la esquina. Un partido diferente al resto, lleno de contenido y con las sensaciones a flor de piel. Un encuentro, eso sí, que no suele ser sinónimo del contexto en el cual residen ambos conjuntos. A pesar de que se esté inmerso en una racha positiva o en una de negativa, existen determinados partidos en los que las diferencias en la clasificación o los momentos importan más bien poco. Este es uno de ellos. Un Barcelona-Real Madrid es un partido especial y que supera cualquier factor externo que se pueda interponer.

Sin estar en su mejor momento, el Real Madrid llega con sensaciones más que positivas, es evidente. Su convincente victoria en competición europea no hace más que refrendar el hecho de que se encuentra en algún escalón por encima de un Barça demasiado dócil y tristemente desorientado. Y es que ni el plantel azulgrana ni su afición llegan al día D con la moral deseada ni el pundonor necesario para la disputa de un partido de tal calado; pero todo cambia una vez suena el pitido inicial. El Madrid saltará al verde del Camp Nou con la obligación de convertir en realidad todas las esperanzas depositadas en ellos. Son 90 minutos más que importantes, tanto por la repercusión mediática, como por el nivel de estrés psicológico que esto provoca a los protagonistas. En consecuencia, el Barcelona tiene la necesidad de intentar convertir dicha inferioridad en ilusión y creencia para querer ser superior, ganar el partido y salir reforzado de la esperada contienda.

Además, en unas circunstancias como las mencionadas, suele ser más dañino quien genera menos amenaza, y más de una vez sale reforzado el que llega peor al momento clave. Por muy mal que esté uno, cualquiera puede llevarse el gato al agua; y no sería la primera vez que un cruce de semejante jerarquía se ha acabado convirtiendo en el remedio idóneo para subsanar las heridas. Al fin y al cabo, los Clásicos siempre son partidos sin memoria, con un clima particular y sin dinámicas ni precedentes que valgan. De nada sirven las diferencias en la clasificación, ni tampoco si cualquiera de los dos llega en mejor o peor forma. Sentir que la victoria es una gesta inaccesible es el gran error en el que no debe caer uno, sobre todo cuando se ven las caras el FC Barcelona y el Real Madrid.

El domingo por la tarde saldremos de dudas y descubriremos si las sensaciones previas afectan al devenir del partido y si se acaban convirtiendo o no en realidad. Lo que se debe evitar a toda costa es echar más leña al fuego.

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