Artículo publicado por Javi Risco (Tw: @rscjavi).
A veces, la historia nos tiene reservadas pequeñas revanchas, giros en una situación que nos conceden la oportunidad de enmendar errores del pasado. La vuelta de Dani Alves al Barcelona se podría encuadrar a la perfección en esta categoría. El carioca se fue mal y pronto de la entidad blaugrana, sufriendo el menosprecio de una directiva empeñada en destruir a cualquier precio todo lo construido por Pep Guardiola y la junta anterior.
Su paso por Juventus, Paris Saint-Germain y São Paulo desde que se marchó de Barcelona le encumbró como el futbolista con más títulos de la historia. Esto no hace más que evidenciar una realidad cuando hablamos del mejor lateral derecho de la historia: es un ganador nato.
Sin embargo, no solo es eso. Es una fuente de fútbol y entendimiento del juego inagotable. En un partido frente a Boca Juniors en Arabia Saudí que, en mi opinión, nunca debió jugarse allí, sino en Nápoles, en pretemporada veraniega y realizando un pequeño torneo con el equipo napolitano, Dani Alves surgió como la principal gran noticia del equipo. Viéndole, entiendo que a algún aficionado (si no le pasó al propio Xavi) pudiese llegar a pensar en que Andrés Iniesta también tendría sitio en este equipo (salvo porque en el centro del campo es donde más talento y calidad hay en toda la plantilla blaugrana).
Dani Alves se mostró, jugó, buscó los espacios, enseñó a Demir qué y qué no tenía que hacer y se dedicó, siempre, a ofrecer una alternativa positiva a sus compañeros cuando el Barça tenía el balón en su poder. Es, sin duda, un soplo de aire fresco para el equipo azulgrana, necesitado de certezas. Dani ofrece eso: la certeza de que sabe qué tiene que hacer en cada momento y que, con casi total seguridad, lo hará bien. Eso sí, no nos pensemos que, cinco años y medio después de abandonar el club, defiende mejor que cuando se fue, porque sería un error.
Con Dani no solo llega al vestuario una personalidad ganadora, un ídolo para muchos de los jóvenes de la plantilla o un gran jugador de fútbol. Llega un líder que puede, sin lugar a dudas, convertirse rápidamente en el principal líder de un equipo que necesita personalidad, ambición y tozudez extrema en lo que se debe hacer. No sorprende, así, que acabara portando el brazalete de capitán en la segunda parte. Evidentemente (como ya se pudo ver en la Eurocopa frente a Italia), Jordi Alba es menos capitán que el brasileño, con Sergi Roberto en la misma situación. Sergi Busquets y Gerard Piqué (que parece encontrarse en la recta final de su andadura en el Barcelona y, quién sabe, en el fútbol profesional) son otro tipo de líderes y de personalidades, que, casi con total seguridad, necesitaban desde hacía tiempo un contrapeso como es Alves.
En esta situación, todos salen ganando. El jugador consigue varios objetivos: poder ganarse el sitio para jugar el Mundial de Qatar 2022 jugando en un equipo top de Europa y teniendo la oportunidad de retirarse en la que él considera su casa; el club consigue un jugador de rendimiento inmediato y que conoce cómo quiere jugar Xavi, con una inversión económica mínima y un coste de oportunidad ínfimo.
Evidentemente, Dani Alves no es un fichaje para adueñarse de la banda durante varios años siendo el mejor del mundo en su posición (como ya hiciera en su etapa anterior en el club), pero mejora lo que hay, concuerda con el estilo y tiene un aura y una personalidad ganadora como nadie en la plantilla.