La infinita exigencia del líder

Quince minutos tardó Jana Fernández en abrir el marcador ante el Rayo Vallecano y anotar el gol 100 en Liga Iberdrola del Barça, pero no fue hasta el 80 en el que Melanie Serrano llevó la tranquilidad numérica al resultado, puesto que en el juego pocas dudas cabían, a pesar del esfuerzo indudable de un Rayo al que poco se le puede exigir en las infames circunstancias en las que las de Miguel Ángel Quejigo se ven obligadas a trabajar.

De hecho, se volvió a repetir una imagen que no por conocida deja de ser dantesca: las jugadoras rayistas teniendo que ser atendidas por el equipo médico de su rival. Así, Iris Ponciano en un choque con Gemma Font e Isadora Freitas en otro percance con Jana tuvieron necesidad de los servicios médicos del Barça para ser luego trasladadas al hospital.

El primer tiempo se saldó con esta exigua numeración, pero este Barça no afloja mientras la pelota siga rodando, y es capaz de desatar la hemorragia de goles en cualquier momento. Así, después de que entrasen al partido Alexia, Rolfö, Melanie, Crnogorčević e Irene Paredes se desató la tormenta en la portería de Patricia Larqué. Y como suele pasar en el mundo del fútbol, todo sería poco después de un gol de Iris anulado por un ajustado fuera de juego que hubiese supuesto el empate a poco más de quince minutos para el final.

Melanie Serrano decidió celebrar sus asombrosos 499 partidos con la camiseta blaugrana llegando al punto de penalti para poner el 2-0 en el marcador tras el preciso pase de Marta Torrejón. Siete minutos después Jenni Hermoso, homenajeada en el prepartido con una camiseta que conmemoraba sus 200 partidos en el Barça, marcaría un penalti cometido sobre Alexia en un saque de esquina. Y ya en el tercer minuto de añadido un zurdazo de Aitana sería desviado a las mallas sin que Larqué pudiese hacer nada por evitarlo. El público aprovechó la celebración para gritar un “¡Aitana, quédate!”, sabedor de que la canterana acaba su contrato en 2022.

En resumidas cuentas, un 4-0 final que debería ser objeto de alabanzas para un equipo que viene de jugar cinco partidos en quince días y que además los ha saldado con goleadas, a pesar de lesiones, rotaciones o cansancio acumulado. Estas futbolistas nos han acostumbrado a un nivel de excelencia tal que fruncimos el ceño cuando el primer gol tarda en llegar o los marcadores no nos recuerdan a partidos de tenis. No solo vale con haber demostrado ser el mejor equipo del continente, no vale con haber superado los 100 goles en tan solo 20 partidos, no vale con sumar 20 victorias en 20 partidos… la exigencia es descomunal, disparatada, casi inalcanzable.

Afortunadamente, no hay exigencia mayor que la de las propias jugadoras, empeñadas en alargar su reinado de terror tanto como sea posible y demostrar que lo de la temporada pasada no fue casualidad. Así se cimentan los equipos legendarios, bajo la infinita exigencia del líder.

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