Tras verse dos veces por debajo en el marcador y conseguir reponerse, un Barça en transición sucumbió ante las transiciones del Madrid.
Artículo escrito por Pablo Carretero (Carretero__)
Un nuevo Clásico. Un partido que, esta vez, nada tenía de clásico. Ni Bernabéu ni Camp Nou acogerían este encuentro, sino que sería el King Fahd Stadium en Riad, Arabia Saudita. Más de 4.000 km separaban al Real Madrid y Fútbol Club Barcelona de Madrid y Barcelona. Aunque nos duela, una situación que sería ‘normal’ en pretemporada se ha vuelto y se volverá cada vez más habitual en competiciones nacionales. La Supercopa de España no se juega en España, sino que lo hace en un país cuyas preocupaciones deberían estar bastante alejadas de celebrar goles de Vinicius o Ansu Fati. A la vez que hacen esto te intentan convencer de que están haciendo todo lo posible porque el fútbol se acerque al aficionado. Ahora vamos al fútbol.
La primera media hora de encuentro fue una demostración de por qué hay 17 puntos de diferencia en liga entre los dos conjuntos. El Madrid jugó a lo que, parece, mejor está haciendo con Ancelotti: esperar en bloque medio-bajo y aprovechar los errores de un Barça que era incapaz de intimidar a Courtois. Las pérdidas de balón de Dembélé (5 en los primeros 15′), un Jordi Alba que constantemente decidía mal y una horrorosa ejecución de la presión permitieron a los blancos poder amenazar con asiduidad la portería de Ter Stegen. El gol no llegaba, pero la sensación era que lo podía hacer en cualquier momento. Como cuando se acercan nubes negras, en el telediario han dicho que va a llover pero te sirve cualquier ápice de esperanza para asegurar que va a salir el sol. Pues acabó lloviendo. Una pérdida de Busquets en el centro del campo permitió a Vinicius abrir el marcador.
Un equipo que solo encuentra soluciones en un Dembélé caótico parece estar destinado al fracaso, y así fue, numéricamente hablando, hasta el minuto 41. Luuk de Jong se volvió a vestir de héroe y, sin saber muy bien cómo, acabó colando el balón en la portería defendida por Courtois. El gol, y más en el momento en que llegó, fue importante, pero no tanto como volverte a reconocer dentro del campo. Sentir que te acaban de golpear, levantarte, arriesgar y ser capaz de jugar de tú a tú a un equipo que, hace semanas, parecía estar a años luz debe ser una de las mejores sensaciones para un futbolista. El Barça quiere volver a ser ese Barça que se reconoce, quiere olvidar esos fantasmas pasados y, sobre todo, quiere volver a ganar. Todo esto se desvanece si en los escenarios importantes eres incapaz de competir. Y ayer el Barça lo hizo.
Segundos antes de comenzar la segunda mitad, Xavi dio entrada a Pedri. El canario reaparecía en un Clásico tras más de 3 meses sin disputar un minuto y, aun notándosele la falta de ritmo, revolucionó por completo el partido, dando la vuelta así a las posibilidades del Barça. Apenas 3 intervenciones le hicieron falta para demostrar el peligro que lleva cerca de la frontal. Condicionó al Madrid, al que apenas le duraba el balón, activó a un Barça que se lo empezaba a creer y cambió el partido. Se fue unos meses y se nos olvidó que es el mejor interior del Barça. Nos acostumbramos tan rápido a las novedades y parecemos olvidar, incluso a más velocidad a lo que se va por un tiempo que asusta. Las apariciones de Gavi y Nico han hecho olvidar a gran parte de la afición culé lo tremendamente bueno que es Pedri. Resulta hasta insultante lo inteligente que es sobre el campo.
Puede parecer un tópico, pero justo cuando mejor estaban los de Xavi llegó el gol de Karim Benzema, un genio que no podía permitirse faltar a su cita con el gol. Un regate de Abde cuando no tocaba, un fallo de Dani Alves en el 1×1 con Mendy y un rechace cerca del área pequeña volvieron a poner al Barça por detrás en el marcador. Todo parecía perdido, pero ahí estaba él. Apareció un futbolista con una relación histórica con el gol, una figura que tiene la ilusión por bandera, un niño que infunde miedo sobre el césped, el nuevo 10 del Barça. 17 minutos después de entrar y a 7 para el pitido final, Ansu conectó un cabezazo ante el que nada pudo hacer Courtois. Nunca le perdonaré a las lesiones estar privándonos del talento tan especial que es Ansu Fati. Es totalmente injusto para el fútbol.
Así se llegó al final de los 90 minutos. En la prórroga el conjunto catalán pudo adelantarse en alguna ocasión, pero los riesgos que estaba asumiendo acabaron pasándole factura. El Barça debía escoger muy bien dónde perdía el balón, y Dembélé hizo lo contrario. El francés permitió el contragolpe, Jordi Alba midió mal y en el área apareció Fede Valverde para hacer el 2-3, un golpe del cual el Barça no pudo reponerse. Un cara o cruz de 30 minutos donde se impuso el que menos errores cometió.
Las sensaciones son de que el Barça ganó más de lo que perdió. Cayó contra su máximo rival y se quedó sin la oportunidad de poder levantar un título, pero volvió a competir. Un equipo anímicamente destruido por los fantasmas del pasado se vio dos veces por detrás en el marcador y consiguió llevarlo a la prórroga. Hay muchas cosas a mejorar, pero este es el camino.