Escrito por Pablo Carretero Gómez | Tw: @Carretero__ en la web de Estadi Johan.
Dicen que para todo siempre hay una primera vez, y hace apenas una semana aún no era consciente de que mi primera vez viajando solo sería tan gratificante y enriquecedor en lo personal. Sientes libertad y tienes mucho tiempo para pensar en ti, pero como en todas las primeras veces, el cuerpo no se acaba de acostumbrar. Mamá y papá ya no te guían y, aunque todavía te sientas un niño, te sumerges un poquito más en esa vida de adultos que hace unos años sentías tan lejos y deseabas que llegase lo más pronto posible pero que en unos cuantos años odiarás con todas tus fuerzas. El ser humano es tan extraño que se pasa toda la adolescencia deseando cumplir los 18 años y cuando llegan no hace más que echar de menos los 15. Como siempre me dice alguien a quien quiero mucho: «Bienvenido a la vida de los adultos», supongo.
Pero como en todas las primeras veces, hay una fuerza incontrolable que te empuja al vacío, a lo desconocido. Una cita con la historia me esperaba en Barcelona, y aquello que empezó allá por 2017 descubriendo a una chica carismática llamada Mapi León entre risas jugando al FIFA se había convertido en algo gigantesco, histórico e inimaginable. El 30 de marzo de 2022 pasará a la historia como el día del récord de asistencia en un partido femenino y, aunque esto se diera lugar en Barcelona, para mí está mucho más cerca de Manchester que de la ciudad condal, mucho más cerca de Old Trafford que del Camp Nou y sobre todo, muchísimo más cerca de ser el Teatro de los Sueños que de simplemente el día del récord
El fútbol femenino no necesita más que visibilidad para conseguir normalizarse y esto último para lograr la profesionalización total. El pasado 30 de marzo fue un paso gigante para la visibilidad, pero también para que muchas niñas vieran como un estadio de fútbol se convertía en su particular Teatro de los Sueños.
¿Cuántas niñas le habrán preguntado a sus padres si podían apuntarse a fútbol y la respuesta habrá sido un seco «mejor a baile, hija»? ¿Cuántos talentos nos habremos perdido por considerar durante tantos años que el fútbol era un deporte de hombres? Desde hace años vengo notando un cambio, pero cuando en los aledaños del Camp Nou vi tantas mujeres y niñas con Aitana, Alexia o Jenni a la espalda supe que esto ya había entrado en otra dimensión. Y claro que las 91.553 personas están muy bien, pero la verdadera victoria es que alguno de estos padres que hace unos días le decía a su hija que era mejor que fuera a baile haya tomado la decisión de apuntarla en el club de su barrio. El fútbol femenino no necesita más que visibilidad para conseguir normalizarse y esto último para lograr la profesionalización total. El pasado 30 de marzo fue un paso gigante para la visibilidad, pero también para que muchas niñas vieran como un estadio de fútbol se convertía en su particular Teatro de los Sueños.
La idea principal no deja de ser que, generación tras generación, lograr ser jugadora de fútbol profesional sea cada vez más fácil. Que la utopía que debió ser para María Teresa Andreu, el sueño prácticamente inalcanzable para Melanie Serrano y la gran aspiración para Alexia Putellas se convierta en una realidad para las niñas que vienen. Tener referentes a las que ves prácticamente cada fin de semana por televisión y saber que han jugado en el estadio del equipo de tu vida no te garantiza llegar tú también, pero evita ese salto al vacío que había que hacer hasta hace no muchos años. Las futuras generaciones pisarán sobre seguro.
Como leí hace unos días en Twitter al gran Albert Valor, Mapi en directo es un reloj suizo. Le gusta tomar decisiones y rara es la vez que se equivoca. Impecable y elegante al corte, sublime en conducción y pase, el mejor golpeo de balón que he visto a una central y una figura que rebosa carisma a montones. La jugadora favorita de tu jugadora favorita.
Aunque supongo y quiero suponer que todos los que estáis leyendo esto veríais el partido el pasado miércoles, no me puedo ir sin apuntar algunas cosas. La primera y la que más me sorprendió en directo fue una leona llamada María. Como leí hace unos días en Twitter al gran Albert Valor, Mapi en directo es un reloj suizo. Le gusta tomar decisiones y rara es la vez que se equivoca. Impecable y elegante al corte, sublime en conducción y pase, el mejor golpeo de balón que he visto a una central y una figura que rebosa carisma a montones. La jugadora favorita de tu jugadora favorita. Mi historia con el fútbol femenino empezó con ella y verla en el Camp Nou marcándose ese partidazo cerró el círculo.
Hablemos de Alexia Putellas. Su partido fue discreto para lo que nos tiene acostumbrados, pero su figura hace tiempo que, por hacer magia en el terreno de juego trascendió de él. Alexia es ya un símbolo del Barça y de Barcelona, y cuando caminas por sus calles te empiezas a dar cuenta. Justo la mañana antes de regresar a Madrid tuve un rato para acercarme al mural que tiene en su honor y es una pasada estar ahí y asimilar que una futbolista haya conseguido esto cuando hace unos meses era impensable. Tiene aura de jugadora histórica, pero lo más importante es que las niñas no podrían tener una mejor referente tanto dentro como fuera del campo. Alexia será lo que ella quiera como futbolista, porque como persona hace tiempo que no puede superarse más.
El Barça Femení es la Sagrada Familia. Cuando lo ves por la tele impresiona, pero cuando te paras delante aprecias lo histórico, gigantesco y precioso que es. Y cuanto más lo miras más necesitas que se pare el tiempo y quedarte suspendido allí, en un lugar tan acogedor como colosal. Al acabar el encuentro sentí la misma sensación que paseando alrededor del monumento diseñado por Gaudí: no quería marcharme porque me sentía como en casa. En ambos sitios me sentía en mi Sagrada Familia.
Barça Femení y Sagrada Familia, Sagrada Familia y Barça Femení, dos monumentos históricos con tantas características en común que a veces se nos olvida que donde más se parecen es en que todavía queda mucho por construir.