Artículo publicado por Jaime Alvarado (@jaimej_0295).
El curso pasado, con la llegada de Xavi, se preveía que el FC Barcelona volviese al origen, a sus raíces: el juego de posición. Muchas eran las voces que vitoreaban con júbilo la llegada del de Terrassa, aquel que enterraría los vicios del pasado y recuperaría el tan ansiado modelo. Pero el club azulgrana lleva sumido en un mar de dudas y contradicciones sobre todo aquello que le ha dado éxito que la tarea, hoy por hoy, no es sencilla.
Un éxito que estuvo basado en nombres propios, leyendas del club. Con Messi, Xavi e Iniesta abanderando su mejor generación. Y durante ese apogeo, había una carta en la cual eran muy superiores al resto, la del juego interior. Las circulaciones dentro-fuera-dentro del equipo eran imparables. Este fue uno de los pilares que constituyó Guardiola para que los suyos hicieran historia.
Y es que, de momento, Xavi no ha conseguido hacerse con esa zona como él quisiera, bien porque no cuenta con mimbres tan potentes como los mencionados o bien porque no ha sabido como hacerlo, al final el equipo ha acabado abusando del juego exterior. Abandonando los pasillos internos para volar por las bandas. Otro Barca.
Interiores centrocampistas vs Interiores delanteros
Lo cierto es que dentro del engranaje que propone establecer el técnico catalán, sus interiores deben situarse en los cuadrados entre líneas, un lugar compuesto habitualmente por lateral-central-extremo-centrocampista. Así lo explicaba Pedri en una entrevista: “los mediocentros deben estar entre líneas, que la pelota se mueva de un lado a otro. Xavi intenta inculcarnos las cosas que hacía como jugador, que era espectacular. Los interiores tenemos que aguantar la posición.”
Situados en ese tercer escalón y estando tan fijos, los interiores han pasado a ser más delanteros que centrocampistas. Emulando a equipos de antaño con delanteras que estaban formadas por hasta cinco atacantes. Esto significó movilizar piezas, cambiar rutas y priorizar otros sectores con el objetivo de que la estructura no se derrumbara. Xavi cerró a los laterales, les acercó a Busquets y desde ahí, intentó llegar a la espalda de la segunda línea rival.
Pero el exjugador se ha encontrado con varios problemas que se agravaron a final del curso pasado. La rigidez con la que se comportan sus dos volantes internos ha terminado por dejarles desconectados del juego, convirtiendo al equipo en ultra dependiente de los pasillos exteriores. Una vez los contrarios han intensificado los marcajes por el carril central, sumado a la lesión de Pedri, el Barça ha perdido fluidez y creatividad por ahí.
Si nos vamos a los números, sus interiores no promedian más de 60 intervenciones por partido. Para poner en perspectiva este dato, los futbolistas del Manchester City (un equipo que bien podría ser espejo de lo que busca Xavi) superan las 70 intervenciones por partido. En el Barcelona sus centrocampistas están más abonados a la finalización que a la elaboración de juego. Y ahí aparece el otro problema.
Si vemos el gráfico (parte de abajo), los centrocampistas del Barça están en una línea media entre la relación de toques en área rival y pases en último tercio en comparación con otros medios de grandes equipos. No destacan en ninguno de los dos ámbitos. Es decir, se quedan a medias; ni acaban de generar volumen de juego, ni tampoco terminan por incidir en los últimos metros. Ambos axiomas quedan incompletos.

El 9 debe ser más falso que 9
El otro contratiempo con el que se ha encontrado Hernández es la ausencia de un punta con capacidad para participar activamente del juego. Una herramienta que facilite la progresión con buenos apoyos para conectar con jugadores en zonas contiguas y que dé continuidad a las acciones.
En un principio Xavi quiso aprovechar a Ferran y su versatilidad. El valenciano es un jugador que mezcla bien atacar la profundidad y destreza a la hora de bajar a combinar con los compañeros. Pero cuando se ha aproximado al área le ha faltado acierto para transformar todo lo que produce.
Por esta razón el de Terrassa se decantó por Aubamenyang. Priorizando el gol por encima de lo demás, aunque sin terminar de quitarle responsabilidades en la generación. Auba es futbolista con mayor amenaza en área y capacidad de convertir en gol lo le que llegue. Pero tiene mayor tendencia a la perdida y suele ser muy irregular en los apoyos. Esto también ha acabado por resentir el juego interior.
El funcionamiento actual del equipo demanda muchas cosas a su centrodelantero que el gabonés no puede aportar. Al menos no con la frecuencia deseada. Y a falta de que se pueda concretar su fichaje, ahí Lewandowski podría subir las prestaciones en el puesto. No solo por el gol, sino porque el polaco es mucho más fino y regular al momento de intervenir en la elaboración de jugadas. Siendo un atacante que toca mucho más balón que el ex del Arsenal (36.7 contra 29.4 toques por partido) y que la pasa mejor (77% contra 73% de pases completados).
Que se juegue por dentro nuevamente
Con todo lo establecido previamente, Xavi deberá repensar los roles y la distribución de estos en pro del colectivo. Que el modelo gane cierta flexibilidad para alejarse de una ortodoxia que, hasta ahora, ha acabado por mermar rendimientos individuales y no exprimir todo el potencial en su conjunto. Hecho que seguramente va más relacionado con querer instaurar ciertas bases para, a partir de ahí, edificar sobre lo construido. Ya sea permitiendo que los interiores no estén tan sujetos y puedan convivir más con la base de la jugada, o con mecanismos que sigan permitiéndoles mantenerse ahí, pero que el traslado sea mucho más sorpresivo. En Xavi está recuperar el juego interior.