El fichaje de Robert Lewandowski por el FC Barcelona trasciende de lo futbolístico, algo que ya es mucho decir tratándose de uno de los mejores ‘nueves’ de la última década
Columna escrita por Joan Cebrián (@Motijoan)
Soy un firme defensor de que, a la hora de hablar de jugadores de fútbol, nos debemos ceñir en el aspecto puramente futbolístico. Fijarnos en su perfil, valorar qué puede aportar, cuál es su posible encaje, entender el contexto del que llega y a cuál aterriza, etc. Si es acompañado de datos que no inunden la conversación, mejor. Aportar cuanta más información para valorar debidamente su figura en cuanto podamos. Pero si me dejáis, con Robert Lewandowski quiero hacer una excepción. Deseo simular que cojo una máquina del tiempo para volver a tener tres, nueve o catorce años y hacer el arriesgado ejercicio de ilusionarme. Porque creo que la ocasión lo merece y después de un lustro lleno de tragedias deberíamos poder permitirnos un lujo.
Un nueve que representa qué es la élite mundial ha llegado a Barcelona. A pesar de que ahora mismo esté en Miami y su presentación haya sido atípica, ya me entendéis. Te eleva la competitividad prácticamente solo aunque, curiosamente, su capacidad de autonomía dentro del campo sea un motivo de debate. Porque tú generas fútbol y él, si le tratas correctamente, te lo devuelve con goles. Tiene una definición que hipnotiza y en general podemos asegurar que es un delantero centro completo. Otro debate que se puede tener es preguntarse por la deriva que se quiere tomar con él al tener 34 años. Probablemente sea para volver a alzar el vuelo a corto plazo y adecuar el camino para los que llegarán en el futuro. Pero, con la mano en el corazón, ahora mismo todo eso me da igual.
Me importa poco pensar en qué puede ser el futuro futbolístico de Lewandowski en el FC Barcelona. Las explicaciones de periodistas como Adrián Blanco, Albert Morén, Jordi Cardero o Albert Blaya describen mucho mejor lo que la ilusión me impediría comunicar con precisión. A la hora de la verdad tampoco considero relevante el efecto positivo para la marca blaugrana que supone su llegada como acertadamente señala Alberto Egea. Veo esa puñetera y carismática sonrisa con el escudo del Barça y me quedo embobado. Cuando pienso en el movimiento tengo mariposas en el estómago y si saco el tema se me escapa una sonrisa que precisamente no es discreta. Me parece incluso más adecuado hablar del ánimo de buscar la opinión de los expertos sobre el polaco en Barcelona. Te paras a pensar y toda la situación es jodidamente increíble.
Cuando te alejas de tu hogar te das cuenta de lo mucho que influye el FC Barcelona en la configuración de tu identidad, en tu propio ser. Es la muletilla que siempre te apoya para reivindicar todo aquello que defiendes o representas. En los últimos tiempos era difícil que te tomaran en serio por todo lo del último lustro que ya sabemos. Demasiadas veces entonando el “a prendre pel cul ja el futbol, estic fins els collons d’aquesta merda” que espetaba el humorista Manel Vidal en La Sotana. La situación es tal y como la describía el querido Eduard Boada en esta misma casa: esto es más grande nosotros. Ahora es Lewandowski el que lo ha representado.
No es algo que otros jugadores no hayan hecho, véase como ejemplo a Memphis Depay. Sin embargo, no nos podemos engañar y debemos reiterar que hablamos de un ‘nueve’ que representa a la perfección qué significa la palabra élite. Lewandowski ha aguantado presiones en Alemania y ha rechazado ofertas jugosas procedentes de la Premier League -teniendo además al Paris Saint-Germain atento a su situación- para poder jugar en el FC Barcelona. Es la voluntad de querer formar parte de la reconstrucción de un club para devolverlo al lugar que le pertoca lo que ilusiona. Se trata de un movimiento que le da sentido a todo lo que creemos cuando pensamos en el color blaugrana.
Podríamos seguir hablando de otros aspectos como por ejemplo el económico a través de las famosas ‘palancas’, de qué hay que hacer con la configuración de la delantera o de qué jugador debería prescindir el Barça. Sin embargo, quiero dejar todo eso en stand by, ni que sea hasta la llegada del otoño. Han sido cinco años duros y quiero un poco de respiro. En el fondo Lewandowski es un conejillo de indias que uso como excusa para volver a creer y creerme. Si con él y el equipo que ahora sí está configurando Xavi Hernández la situación no mejora, no tendremos otra que enfrentarnos frente a frente a la cruda realidad. Y si llega ese momento, entonces deberemos entonar el mea culpa sin excusa alguna sobre la anterior directiva. Pero ahora mismo, con vuestro permiso: permitidme ilusionarme.