
El Barça femení ganó por 2-0 al UDG Tenerife en el estreno de la liga F.
Por fin llegó el día. Las puertas de los diferentes estadios y ciudades deportivas abrieron ayer sus puertas para el estreno – en la jornada 2 – de la primera liga profesional de fútbol femenino en España. Día de celebración. Día de jolgorio. Y, también, día de pitidos a las señoras colegiadas cuando estas saltaron al verde del Johan Cruyff para calentar. Y es que la huelga en busca de unas condiciones laborales dignas puso de nuevo en stand by el fútbol femenino.
Lógico. Un salario digno y unas condiciones óptimas para ejercer la profesión son imprescindibles. Reivindicarlas cinco días antes del inicio del campeonato y mencionando cifras desorbitadas que un trabajador medio cobra en dos años no ayudó a la imagen del colectivo arbitral. Igual que tampoco ayudó que, por desgracia, dicho colectivo esté bajo el yugo de un hombre que presuntamente se habría pagado orgías con el dinero de la Federación… ¡Ay, Luis! Esas jornadas de trabajo… Eso sí, la RFEF lo desmiente categóricamente y asegura que es otro paso más en «la infame persecución» que está sufriendo el presidente.
Pero el caso es que las árbitras acabaron firmando casi por la mitad de lo que pedían en un inicio. Por fin llegó el acuerdo y las jugadoras pudieron volver a vestirse de corto. Y, en Can Barça, la situación no era para nada sencilla. Con Alexia en el dique seco, Aitana sancionada y Jonatan Giráldez también lejos del banquillo por sanción, nuestro conjunto saltó con un centro del campo inédito. El flamante fichaje de Keira Walsh saltó en el interior junto a una joven de poco más de dieciséis años. Vicky se convertía en la futbolista más joven en debutar con la casaca blaugrana.
Afortunadamente, al timón del navío se encontraba Patri Guijarro. O eso pensarían los culés, ya que a los seis minutos de partido la balear se tuvo que retirar con un chichón en la cabeza de los que impresionan. Lo que pasa es que Patri es más dura que el hormigón armado y, mientras el médico pedía el cambio de forma enérgica, ella recriminaba con un «¿Por qué? ¡Pero espérate!». Saltó Mariona al verde, lo que no son muy buenas noticias que tras la lesión de la pivote titular, Walsh ocupe esa zona y Engen continúe en el banquillo.
El partido fue una balsa de aceite. El Barça apenas creaba peligro. Más allá de alguna internada de Caro o Rolfö por los costados o combinaciones estériles en tres cuartos de campo, poco hizo el conjunto local en los primeros cuarenta y cinco minutos. Se intuía que el plan trazado por José Herrera surtía su efecto. Un sistema defensivo sólido y constantes pérdidas de tiempo en los servicios de puerta de Nay Cáceres comenzaron a minar la moral de la afición culé, que vio como el empate no se movía del electrónico. O lo que era peor: No había sensación de romper con la muralla defensiva.
Y, sin embargo, llegada a la hora de partido, se dio una de esas acciones incomprensibles en el fútbol. El Granadilla se había defendido con uñas y dientes gracias a las buenas actuaciones de sus defensas. Incluso se había prodigado en ataque, llegando hasta los dominios de Sandra Paños. El Barça, por su parte, seguía sin encontrar la fórmula para llegar hasta el gol. Y no le hizo falta encontrarla porque el experimento tinerfeño se vino al traste por la torpe e irreverente llegada de Geyse al laboratorio visitante. Otro balón que quedaba muerto fue despejado por la defensa del Granadilla. Sin embargo, la violencia del balón encontró la pierna de Geyse. El esférico salió despedido hacia Nay Cáceres, que no esperaba ese giro de guion… Y no llegó a tiempo.
El 1-0 subía al marcador ante la incredulidad del Granadilla. Era incomprensible ir perdiendo. Por su parte, el Barça respiraba tranquilo y comenzaba a soltarse en líneas ofensivas. Por eso, tras haber conseguido el bote de rebote, se lanzó a por más. Las visitantes tuvieron un momento de flaqueza y lo volvieron a pagar caro. El balón llegó a la ’10’. La noruega tuvo tiempo de pensar y quizás en lo que pensó es que por primera vez en 67 minutos, la defensa no saltó a la presión. Así que armó la pierna, soltó un disparo desde fuera del área y la francotiradora noruega mandó el balón a guardar en un tanto que, esta vez sí, hizo las delicias de los aficionados.
A partir de ese momento, monólogo blaugrana en el Estadi. Combinaciones rápidas y constantes ocasiones, aunque sin la precisión de partidos anteriores. Hasta que llegó el momento. El Barça no cuajó el partido perfecto, pero le valieron seis minutos para sumar los primeros tres puntos de este nuevo curso. Por su parte, las tinerfeñas comprobaron que ochenta y cuatro minutos a un nivel más que bueno y plantarle cara de tú a tú al vigente campeón no vale para sumar, pero sí para no salir del feudo catalán con una goleada en contra.
No siempre se gana por goleada. Ni tampoco las cosas salen siempre como se planean. El Barça tiró de inercia para que el Johan Cruyff siga siendo un fortín que no conoce otra cosa que no sea la derrota. Eso también es seña de identidad de este conjunto. Quizás es por eso que el público comienza a asistir de forma regular a Sant Joan Despí. Comienza el nuevo curso. Arranca la aventura. De nuevo vibra el Barça Femení.