Las portadas de este viernes acusaban a 15 internacionales de la selección de ser chantajistas o caprichosas. Lo que solo puede significar dos cosas: desinformación o voluntad de desinformar. Y personalmente, apuesto por la segunda.
La disputa comenzó ayer, cuando 15 de 23 internacionales pidieron a Jorge Vilda que no las convocase para los partidos de octubre. En España, no acudir con el combinado nacional puede significar penas de dos hasta cinco años de inhabilitación. Ninguna de ellas, en su sano juicio, se arriesgaría a la inhabilitación ni a perderse el Mundial que iniciará en ocho meses si la situación fuera sostenible.
Pero es que en este país la única manera de lograr algún tipo de cambio es plantándose, por lo menos si eres mujer y deportista. Los organismos ya han demostrado en múltiples ocasiones que sus hechos y sus palabras nunca concuerdan. Las futbolistas solo tienen una opción para que las cosas cambien: reivindicarse. Ya lo demostraron para el convenio colectivo, en el que una huelga tras año y medio de negociaciones fue necesaria para establecer unos mínimos que el colectivo arbitral ha superado en dos semanas.
Ante la actuación de las jugadoras, la respuesta de la federación fue la misma de siempre. Inamovibles. Y ya han logrado que el foco vuelva a estar puesto en las futbolistas. «La RFEF no va a permitir que las jugadoras cuestionen la continuidad del seleccionador nacional y de su cuerpo técnico», escribieron. Pero ¿Quién va a cuestionarlos si no lo hacemos los medios? ¿Cuándo van a comenzar a escucharse a unas jugadoras que podrían estar marcando una época?
Las señaladas vuelven a ser las futbolistas. Y todavía algunos se atreven a decir que esto nunca pasaría en el masculino. En eso sí tienen razón. Ni la afición ni los medios de comunicación hubiesen permitido que la mejor generación lleve siete años sin pasar de cuartos de final cuando deberían estar jugando finales. Tampoco la federación hubiese puesto al cargo a un seleccionador que nunca se ha interesado por la disciplina. Y que, en ocasiones, ni se ha dignado en preparar los partidos como exigía la competición. Desde la creación del combinado nacional femenino sólo ha habido 3 seleccionadores cuando en la masculina han pasado 10 técnicos por el banquillo durante ese mismo período. Y ya todo el mundo sabe lo que conllevó la destitución de Quereda. Algunas futbolistas todavía están pagando las consecuencias.
La RFEF lleva años intentando frenar al fútbol femenino. Y ahora, que ya no depende únicamente de ellos se han encargado de encabezar disputas con la liga profesional: el calendario, el número de extracomunitarias, los descensos y la ya famosa huelga de las árbitras. Teóricamente, hoy las futbolistas iban a renegociar el convenio. Veremos si consiguen mejorar las condiciones tan rápido como lo lograron las colegiadas.