Lewandowski y Ansu Fati han sido los goleadores de un Barcelona que, después de semanas tensas, ha encontrado un poco de paz entre tormentas
Crónica de Joan Cebrián (@Motijoan)
Pocas injusticias más irracionales existen en esta vida que pagar los platos rotos de alguien. Que si los malos días en el trabajo, el hiriente comentario de un ser cercano, que si se ha estropeado la sudadera favorita… Pequeños detalles ajenos de los que muchas veces, sin ni siquiera ser partícipes directos de ello, nos tenemos que hacer responsables porque realmente queremos a quien nos hace pagar. Como si aceptáramos pasar un peaje que esta noche ha escenificado el Villarreal contra el FC Barcelona, pero sin amor y con un contundente 3-0 a favor de los culés.
Las derrotas ante el Inter de Milán y el Real Madrid removieron las entrañas del barcelonismo por las formas, también la pizarra de Xavi Hernández. El técnico del Barcelona volvió a apostar por su preferido 4-3-3, pero los nombres que acudieron a la titularidad sorprendieron. Marcos Alonso volvió como titular pero como central izquierdo, puesto que Jordi Alba también tuvo un pequeño retorno. Sergio Busquets se fue al banquillo porque Frenkie De Jong asumió su posición, pero ese no fue el único cambio importante. Ansu Fati y Ferran Torres volvieron al 11 titular a costa de Raphinha y Ousmane Dembélé. El desarrollo del partido dejó entrever al culé que, especialmente en lo que se refiere al aspecto defensivo, el deseo de la continuidad se encuentra en la ‘nueva fórmula’.
Ansu Fati está lejos de regatear fácilmente a sus rivales por una lesión que todavía sigue marcando su día a día. A Ferran Torres no le faltan ganas, pero recuerda a Dembélé por todas las veces en las que está errático con su ejecución. Sin embargo, ambos cuentan con la virtud de entender qué necesita el FC Barcelona en sus extremos. Ambos fijaron correctamente a sus marcadores, dieron espacio tanto a Pedri como Gavi e hicieron que Robert Lewandowski pudiera hacer sus cosas de ‘nueve’ total. Por si fuera poco, De Jong firmó una de sus mejores actuaciones como culé como pivote. No se precipitó: entendió cuándo debía presionar, conducir, pasar el balón y realizar todas las acciones que se pueden esperar de alguien al que le toca la difícil tarea de hacer olvidar a Busquets.
Sin embargo, la noche estuvo sellada con la marca de Lewandowski. El polaco demostró una vez más por qué es uno de los mejores delanteros centros del siglo XXI con dos goles que van más allá de la imagen que genera a primera vista. En el primero se marcó un control digno de pívot de fútbol sala: giró y finalizó. En cambio, en su segundo gol se disfrazó del típico extremo que en algún punto de nuestras vidas nos ha deleitado. Recibió, encaró y disparó desde fuera del área para maravillar al Spotify Camp Nou. El tercer gol fue de Ansu Fati, pero obra de una gran jugada de Ferran Torres, que dribló y pasó en el momento adecuado. Fati no pudo rematar bien de primeras, pero la fortuna quiso que el balón le viniera a la altura justa para poder solventar su error con un taconazo.
El partido finalizó en la primera parte, puesto que el Barcelona mantuvo la ventaja en la segunda. Xavi usó los últimos 45 minutos para dosificar a sus jugadores y hacer que figuras como Héctor Bellerín volvieran a coger ritmo de competición tras salir de lesión. Sin embargo, la dinámica de la delantera formada por Ansu Fati, Lewandowski y Ferran Torres fue definitoria de lo que es jugar en el Barça. El polaco, con toda la calidad de uno de los mejores de la historia en su posición, hace parecer fáciles unos gestos de excelencia humana. Como diría el escritor Foster Wallace, sus gestos son el vehículo perfecto para la expresión de la belleza del cuerpo humano. En cambio, los de Ansu y Ferran sin balón son un desafío a la lógica. Parecen fáciles de hacer, pero a la hora de la verdad son difíciles porque el timing es un arte cuya curva de aprendizaje es ardua.
Al Villarreal no le quedó más remedio que pagar los platos rotos de un Barcelona cuestionado en la última semana. Sin embargo, no fue el único actor que tuvo que rendir cuentas. Gerard Piqué salió en el minuto 78 y una parte del Spotify Camp Nou le dedicó una sonora pitada. Piqué no sufre dolencias ajenas, sino que pasa por una crisis de pareja en la que él está involucrado. Tan cierto es que posiblemente sea el mejor central de la historia del FC Barcelona como que los últimos recuerdos que está generando no son positivos. Tampoco ayuda estar en la foto de uno de los goles recibidos ante el Inter de Milán. Todos sabemos que, dentro de lo caprichoso que puede llegar a ser nuestro carácter, en estas situaciones se imponen más los aspectos positivos que los negativos. El error te hace saborear mejor el acierto, pero derrumba en un abrir y cerrar de ojos todos los anteriores.