El bloqueo del Barcelona está en los cordones

Al FC Barcelona no le faltaron ganas en el Estadio de Mestalla, pero las nubes de su cabeza le impidieron romper el 0-0 ante el Valencia CF hasta el último minuto

Crónica de Joan Cebrián (@Motijoan)

A no ser que seas como Gavi, pocas cosas son tan sencillas pero elegantes a la vez que atarse bien los cordones. Cada uno tendrá su técnica, pero la fórmula y el resultado directos. Sus consecuencias, pragmáticas: aquello de no besar el suelo siempre es ideal. El FC Barcelona, en clave futbolística, tiene amnesia. Sabe atarse los cordones y en reiteradas ocasiones lo ha demostrado, aunque a veces más por cabezón que por pulido. Pero con las prisas, la imagen de Sergio Busquets ayudando a Gerard Piqué con los cordones de las botas para poder entrar al campo se ha extendido en el resultado. Esta vez al Barcelona le ha salido bien, porque ha conseguido despedirse de Mestalla con un 0-1. De haberse confirmado el 0-0 la impotencia habría vuelto, porque ni el Valencia CF ni los propios culés han mostrado su mejor versión.

La situación con la que llegaba el Barça a Mestalla hablaba por sí sola. El equipo se pensaba que tenía los cordones atados para ganar por orgullo al Bayern de Múnich y los bávaros lo que hicieron fue pegar un soplido. Ni siquiera necesitaron la brutalidad de un empujón para que el Barcelona se cayera y asimilara traumáticamente por segundo año consecutivo que la Europa League era su destino. El surrealismo en el que está sumergido el club se puede ver en el gesto de tomar un avión para ir a Valencia teniendo tren. La situación, fácilmente relacionable con el descalabro que ha generado caer en la fase de grupos de la UEFA Champions League.

El partido ha tenido una tónica clara: el equipo está muy dividido entre los que manejan los cordones con suma elegancia y los que no. Todavía queda una cohesión de grupo en la que todas las piezas vayan al unísono, trabajando en su respectiva parte correctamente con el cordón. Pero de momento Xavi Hernández sigue dándole la mayor cantidad de botas a Ousmane Dembélé para haga y deshaga nudos. La calidad del francés es tan innegable como el vaivén que es su rendimiento. Meterse en su cabeza es todo un ejercicio de misterio digno de Shelrock Homes, pero hoy el resultado estaba claro: cruz.

Todo lo contrario sucedía con Jules Koundé, Pedri González y Ansu Fati. El central justifica la inversión por sí mismo ya que mantiene solo una línea defensiva, el canario es un tejedor de armonía y Ansu todo un maestro en el arte de la inteligencia. Quizás al extremo le falle su habitual efectividad, pero la calidad de las acciones aumentaba automáticamente cuando él y Pedri conectaban. Atrás, Koundé hacía que la ‘puñeta’ que es jugar en el carril derecho para Alejandro Balde no se notara, que el desorden posicional de Marcos Alonso como central no se notara y recordaba que Eric García no es el único que sabe sacar el balón.

Lo que sí le ha faltado al FC Barcelona ha sido paciencia, porque de tenerla ha generado la sensación de poder finalizar el partido en la primera mitad. Ya no sólo por las ocasiones, si no porque había conseguido abrir los espacios de la defensa valencianista y no tenía el timing. La impaciencia se cargaba la delícia que es ser armonioso y estar sincronizado. En la segunda mitad, los culés lo notaron: ni defendían tan fácilmente ni conseguían meter la pelota en la red rival. Koundé se retiró lesionado del campo e hizo que todas las manos fueran a la cabeza. Una vez el Barça dejó de tener la mente nublada por no saber atarse los cordones para tenerla por la lesión del central, Robert Lewandowski llegó en el descuento como lo hacen los héroes para darle la solución al equipo. Remató gracias a la asistencia de un Raphinha que, desterrado de la titularidad, quiere demostrarle a Xavi que su calidad vale cada céntimo que el club pagó por él. Hoy lo ha conseguido parcialmente.

Piqué salió al campo para sustituir a Koundé y no protagonizó ninguna foto fatalista en el ámbito deportivo. Busquets ya decidió ser el protagonista en los encuadres gracias a su colaboración para deshacerle los cordones de las botas. No es que el central no sepa, es que en ese momento la sorpresa y las prisas lo negaron. El FC Barcelona tiene que quitarse de la cabeza el querer aprender de la noche a la mañana a atarse bien los cordones. La teoría la tiene tan manejada a la perfección que la predica, pero en la práctica todavía sufre en función del contexto de presión. Una vez domine la técnica, no se le debería olvidar en la vida. Pero en el fútbol ni existe una alma caritativa que te eche un cable con los cordones ni la excusa de ‘haber tenido poco tiempo’ como justificación para no atártelos. Al fin y al cabo, con los cordones las excepciones son personas como Gavi.

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