Ve en paz, Gerard

Piqué anunció ayer a través de las redes sociales su salida del FC Barcelona, y por ende, su retirada del fútbol. Un anuncio que en momento y forma pilla desprevenidos a casi todos. Al más puro estilo Gerard Piqué. Su último partido en el Camp Nou, delante de su gente, será mañana sábado frente al Almería.

La salida del capitán tiene varias aristas. La deportiva, que seguramente a día de hoy sea la menos grave. Y la anímica, que sí deja mayores secuelas. Con él, se marcha un trozo del escudo, una parte de la historia reciente del Barcelona, y sobre todo, un culé. Hasta hace no mucho, el querido por todos. Y es que el aficionado del Barcelona tenía el privilegio de verse reflejado en él. Sacar la ‘manita’, estirarse la camiseta en el Bernabéu después de marcar un gol o dejar claro al Real Madrid que el Barcelona está de vuelta, son algunas de las cosas que el culé querría hacer si fuera jugador.

Piqué, siendo seguramente el mejor defensa central de la historia del club, ha sido capaz de equiparar su extraordinario rendimiento deportivo a su condición de fanático. A ojos de muchos, un jugador disfrazado de ultra blaugrana. Quizás sea esta la razón principal por la cuál la huella que deja en el Camp Nou será imborrable.

Apareciendo en fotos icónicas frente al Real Madrid, cómo la del 2-6 en el Santiago Bernabéu o la del 5-0 en el Camp Nou, Gerard siempre fue signo de autoestima para su equipo. En buenos y malos momentos. Un tipo diferente y particular, al que siempre le gustó declarar guerras mediáticas desde su aparente tranquilidad. Y en consecuencia, desde su inteligencia. Jamás le importaron los silbidos y las críticas, hasta que pensó que quizás, esta vez, sí serían merecidas. Bajo su criterio, la opinión pública es muda hasta que no case con su realidad. Con lo que él siente y reconoce. Y sobre todo cuando lo padece. Posiblemente sea un signo de prepotencia, pero que él convierte en seguridad.

En el emotivo vídeo donde recorre su infancia ligada al FC Barcelona, deja un mensaje contundente al final. “Volveré”, dijo Gerard visionando ambicioso el palco del Camp Nou. Siempre da que hablar, y esta vez no iba a ser menos. Pique volverá, e intentará por todos los medios que sea vestido de traje y corbata. Nació para dedicar su vida al Barcelona, y si la situación no mejora, para resucitarlo desde la presidencia. Gerard Piqué ha sido un defensa sensacional. Uno de los mejores de la historia. Pero verlo de presidente supondría verlo en su hábitat natural. Gerard se va en paz sabiendo que volverá desde una condición superior para volver a dar guerra.

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