Hace dos días me levanté de la cama con un mondongo encima que no podía con mi vida, venía de la discoteca y de ir con una tajá bastante seria (hay unos audios míos chillando que lo confirman), total, que me levanto prácticamente a las 4 de la tarde con un dolor de cabeza poco menos que atroz, y en ese preciso momento me acuerdo de que se juega nada más y nada menos que la final del mundial.
Llegué justito para ver los XI titulares de los contendientes al título con Di María como sorpresa por el lado argentino y los mismos de siempre en Francia. Empieza el partido, me costaba hasta mirar la pantalla y ya desde el inicio se veía que algo en el combinado galo no iba bien y es que al brutal ímpetu albiceleste se sumaba una emboscada en la banda derecha de les bleus que estaba siendo magistralmente ejecutada por El Fideo, Tagliafico y un gran MacAllister que hizo que Di María estuviese en permanente 1vs1 contra Koundé. Aquello fue una masacre en la que Jules estaba absolutamente desbordado y en la que Dembélé realizó una actuación digna de sketch de especial de Nochevieja de José Mota. De absoluta coña, como dicen los chavales en Twitter. Básicamente, el hombre no hizo absolutamente nada bien, intento 5 pases, todos mal; no hizo ni una sola buena ayuda al lateral; prácticamente no intentó ningún regate y para más inri concedió un penalti típico del que no se entera de nada, de un jugador al cual el escenario simplemente le estaba pasando por encima como un camión. Se fue cambiado junto a Giroud en el minuto 40.
Termina la primera parte y en el descanso mi compañera de piso me recuerda que habíamos quedado para ir a la filmoteca con unos amigos bastante metidos en eso del cine para ver una peli, yo me encontraba en el pico de la resaca con un dolor que no tenía sentido y con la sensación de que si me movía un poco, se me iría un pulmón por la boca, hacía respiraciones largas y todo el tema, tenía hambre pero no podía comer porque si no vomitaría al instante. Después de un paracetamol que se sintió como si me tragase un trozo de turrón sin masticar y tras una lucha titánica por levantarme del sofá, me dirijo a mi habitación para cambiarme, tardé más de media hora, no sé ni como alcancé a conseguirlo, voy de nuevo al sofá para ver el partido, mientras le digo a mi amiga que no estoy para salir a la calle pero ella me insiste en que estoy exagerando y que me vendrá bien salir.
La final sigue su curso y Argentina domina con absoluto puño de hierro, el cierre del círculo de Leo parece seguro. Nos terminamos de preparar, tenemos que pillar un taxi para ir al lugar porque vamos justitos de tiempo, la peli empezaba a las 7, en ese momento iban 2-1 tras un penalti muy tonto de Otamendi, pero era el minuto 80 y solamente parecía un pequeño contratiempo, en eso que íbamos a bajar para coger el taxi y antes de abrir la puerta contemplo estupefacto el 2-2 de Mbappé (o Embale como lo llaman algunos). No me lo podía creer.
Llegamos al edificio de la filmoteca y mientras cogía asiento miraba en distintos sitios para ver que tal iba la final. Empieza la película. A la media hora o así me llega la notificación del 3-2 de Messi, parecía que estaba todo dicho, a los pocos minutos me entero del tercero de Kylian, miré el móvil un par de veces más para ver que tal iba la cosa, estaba tenso y eso que no estaba viendo el partido
Acaba el largometraje (una buena película de boxeo de los 70) y observo al salir a la calle que efectivamente Argentina es campeona del mundo, que Messi al fin había cumplido su misión y que había alzado la copa atareado con una extraña túnica. Estaban todos los argentinos pitando con el coche y haciendo batucadas por el centro de Valencia, además yo ya estaba recuperado de la resaca. Como añadido durante el transcurso de la cinta, un señor que más bien respiraba fuerte fue reprendido por una mujer que empezó a chillarle:
» ¡A roncar a tú casa, sinvergüenza, jodido!»
Señora extremadamente irascible
Para la risotada generalizada de los presentes en la sala.
Después de ir a tomar algo con los colegas y discutir la película. Volvimos al piso mientras observábamos la alegría infinita de los argentinos, yo tenía un cometido, hacer arroz con frijoles para los días siguientes, empecé preparando la mezcla para el arroz en la arrocera. Mientras eso estaba en marcha, me disponía a preparar una lata de deliciosos y nutritivos frijoles, pero no sabía como hacerlos (soy más bien nuevo en esto de cocinar lo siento) total que inocente de mí y con prisa los meto en agua hirviendo durante unos 20 minutos. El arroz sale más o menos bien (me faltó echarle un poco de sal) y en esas que estaba terminando de meter el arroz en el taper y se me ocurre, tras apagar la vitro, mirar con atención la lata de frijoles que acababa de hacer y mientras la giraba leo textualmete:
Instrucciones para calentar:
Coloque el contenido de la lata en una olla y cocine a fuego medio. Remueva continuamente hasta que la mezcla esté caliente. 5 minutos y servir.
Lata de frijoles de cuya marca no me acuerdo
En fin que los saco inmediatamente y menos mal que me pasé de cantidad de arroz y me vi obligado a hacer otra lata (esta vez si que seguí las instrucciones) y pude camuflar los anteriores frijoles secos y sin caldo apenas con los nuevos. Durante el proceso culinario reflexionaba sobre el partido, sobre la tétrica actuación de Dembélé, cuyo penalti es equivalente a mis frijoles hervidos. A diferencia de él, que sí es futbolista de élite, yo no soy cocinero , a diferencia de nuestro amigo El Dembo, que muy probablemente no tenga otra oportunidad en partidos de máxima importancia (al menos con la selección) yo si que tendré más oportunidades de hacer los frijoles bien a la primera, quizás él tampoco había leído las instrucciones, una cosa segura es que Ousmane no ha podido camuflar sus frijoles como sí pude hacerlo yo. Lo otro seguro es que Leo, nuestro Leo a pesar de aquella tan amarga despedida, ya es campeón mundial.