Al Barça se le va de las manos la sobremesa

El FC Barcelona empata en el Spotify Camp Nou ante el Espanyol en un ‘derbi’ que, como mínimo, ha sido surrealista

Crónica de Joan Cebrián (@Motijoan)

Después del parón mundialista, el FC Barcelona esperaba cerrar 2022 con una victoria. Tener delante al RCD Espanyol era un gran aliciente para los blaugranas. Más allá de la posibilidad de mantener el liderazgo, pocos orgullos son tan grandes como el de imponerse al eterno rival. Al principio los culés tenían controlado el partido. Como si de una sobremesa se tratara, calculaban las oportunidades y controlaban los posibles daños. Sin embargo, con la llegada de la segunda parte, el desarrollo de los acontecimientos giró radicalmente. El partido hizo click, como si de golpe toda la bebida hubiera subido, provocando que el enfrentamiento se cerrara con el 1-1 en el marcador.

El partido era estimulante para el aficionado culé por lo que Xavi Hernández ofrecía en el once titular. Tener a Andreas Christensen y Marcos Alonso como centrales era cuanto menos extraño, pero los mediocentros y la delantera generaban la misma ilusión que el año nuevo dentro de muchas famílias. Frenkie De Jong, Pedri González y Gavi formaban el centro del campo, mientras Ansu Fati, Raphinha y Lewandowski eran la dinamita ofensiva. Tener a Lewandowski como titular suponía morbo para los culés, un placer culpable por la cautelar del Tribunal Contencioso ante el Tribunal Administrativo del Deporte (TAD). Con los espanyolistas enfadados por la decisión, los blaugranas querían que el polaco metiera el dedo en la llaga con gol.

Sin embargo, no fue Lewandowski quien inauguró el marcador. Fue Marcos Alonso aprovechando un córner mal rematado precisamente por el polaco. Christensen mostró su inteligencia, porque en lugar de rematar al primer palo una vez llegado al balón, la devolvió al centro para que Alonso marcara a placer. Posteriormente el exjugador del Chelsea tuvo la posibilidad de convertir el 2-0, algo de lo que se acordaría el Barcelona durante la segunda mitad. El Barça tenía su modus operandi: Raphinha encaraba, Gavi picaba el espacio y posteriormente buscaba el hueco libre oportuno.

Llegados a la segunda mitad, el Barça se acordó de no materializar su superioridad. El Espanyol no estaba siendo ni superior ni contundente en ninguna de las áreas, pero teniendo un derbi por delante, el orgullo activó su capacidad de supervivencia. Al equipo de Xavi le faltó contundencia para generar más ocasiones, pero especialmente para tener más desborde arriba. De ahí que el técnico diera minutos a Ferran Torres y Ousmane Dembélé con sus respectivos movimientos y unos para uno. El egarense buscó en ambos lo que Ansu Fati no pudo ofrecer. Su rostro no mentía: el 10 acababa el año con frustración por no poder ofrecer más. Como si el miedo le impidiera volar ya con las alas sanadas.

Una sobremesa digna para Carvalho

Si al Barça se le ha ido la sobremesa del derbi de las manos fue por su incapacidad para saber acabar con la actuación. De saber decir ‘no’ a esa plato, bebida o postre de más. De todas maneras, también tuvo implicados directos. Marcos Alonso cometió un penalti accidentalmente al pisar a Joselu. La cuestión es que, por muy surrealista que fuera al no existir ninguna intención de hacerlo, lo era. El perico no dudó en aprovechar la oportunidad para poner un empate valioso debido a la falta de contundencia en ambas áreas. Esa fue la gota que colmó el vaso culé, que llevaba varios minutos descontrolados. El partido pasó a dar positivo en locura, gracias en gran parte a la actuación de Mateu Lahoz. No conforme con ser protagonista en los cuartos de final del Mundial entre Argentina y Países Bajos, Lahoz volvió a decir ‘aquí estoy yo’. En esta ocasión, con el Spotify Camp Nou a rebosar.

Al Barça se le descontroló el partido, Lahoz aceleró esa anarquía y el Espanyol se dedicaba tener una relación amor-odio con ella. Jordi Alba fue expulsado en el 78’ por doble amarilla -ambas por protestas-, algo que alegró la tarde a los ‘pericos’. Pero dos minutos después el partido protagonizó una situación no apta para personas cardíacas. Vinícius Souza también se marchó del césped al acumular dos amarillas, pero el VAR intervino para corregir una decisión de Mateu. El colegiado decidió expulsar directamente a Cabrera por un gesto contra Lewandowski que consideraba un ‘pisotón intencionado’, pero sus compañeros le obligaron a echar marcha atrás.

A partir de allí, el Camp Nou se puso nervioso. Incluso a través de los televisores se podían escuchar los gritos de fuera, como si se sintieran las conversaciones ajenas de un piso a otro en plena Nochevieja. Mateu Lahoz siguió a lo suyo: repartiendo tarjetas amarillas, hasta un total de 11. Toda la segunda parte fue una escena digna para llamar a Pepe Carvalho y pedirle que investigara aquella sobremesa del derbi. En un abrir y cerrar de ojos el partido cambió radicalmente para ofrecer un resumen de lo que ha vivido el Barcelona en 2022: ilusión, falta de acierto, golpes duros por no saber explotar las oportunidades y terceras personas a la sombra.

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