Artículo escrito por Judit Garcia (@JuditCeballos_).
Patri ha hecho del centro del campo del Barça su telaraña. El hogar donde controla la pelota, los rivales, el tiempo, el espacio, la armonía de un equipo estelar. El dominio aplastante de este conjunto se construye en distintos pilares; una plantilla extensa, equilibrada con experiencia y juventud, nombres que ya son propios en el imaginario del futbol y jugadoras con aún mucha proyección. Este Barça tiene distintas caras, pero una sola esencia, y en ella está Patri. Este Barça gigantesco no se sostiene sobre una base inamovible, pero si una identidad determinada, y ella lleva esa identidad tatuada en su futbol, cosida en sus botas.
Patricia Guijarro (Palma de Mallorca, 1998) conectó con un balón cuando sus dientes aún eran de leche. Arropada por el cobijo familiar, la pelota comenzó a rodar en su entorno y su pasión fue alimentada por sus padres y amigos; Patri era especial, tenía algo. El UD Collerense acogió sus primeros pasos como futbolista cuando la joven balear tenía solo 14 años. Su crecimiento fue rápido, exponencial, prometedor, como si hubiera nacido para ello. Y como no podía ser de otra forma, empezó a formar parte del club blaugrana con solo 17 años, donde comenzó a escribir historia para el futbol femenino.
Un palmarés de lujo a sus 24 años no es casualidad. Como tampoco lo es una titularidad indiscutible o el haberse ganado ser la cuarta capitana del equipo pese a su juventud. Guijarro es destreza, trabajo, garra, siempre desde el silencio, dando espacio a sus compañeras para brillar, siempre con el equipo entre ceja y ceja. La 12 del Barça actúa de ‘6’, su posición natural es la de pivote o mediocentro defensivo: atrapa todas las pelotas en el centro del campo para construir el juego des del inicio. La grandísima mayoría de jugadas de este Barça magnífico pasan por sus pies, pues hace de enlace entre la defensa y el mediocampo, viniendo a recibir a la primera línea para después distribuir la pelota a las zonas de creación. Una jugadora incansable, sacrificada. Pero no solo construye, también da seguridad en presión post-pérdida y ataja espacios ante amenazas rivales: un enlace al ataque, una continuación para la defensa. Patri es firmeza y solvencia atrás, pero también es técnica cerca del área, astucia en el pase, visión en el desplazamiento, inteligencia para crear el espacio, y gol; Guijarro tiene un disparo feroz, preciso, sorprendente. Todos estos atributos la convierten en una futbolista única, de esas que cualquiera quería tener en su equipo, de esas que entiende como juega el Barça a la perfección y que lleva el juego de posición en sus venas.

Acompañada, idealmente, por Alexia Putellas en izquierda y Aitana Bonmatí en derecha, la joven balear ha conseguido ver florecer el mejor fútbol del FC Barcelona femenino de los últimos años. Tripleta que, para muchos, es ya la mejor. Sin embargo, la realidad es que sea quién sea que ocupe el mediocentro blaugrana debe tener una idea a seguir anclada en su futbol y jugar en su consecuencia. Sin ir más allá, la temporada vigente -2022/2023-, la lesión de larga duración de Putellas ha movido la estructura base de este Barça. Una baja tan sensible ha obligado a Jonatan Giráldez, técnico del conjunto, a mover piezas en el centro del campo para que el engranaje siga teniendo la misma fragancia. El cambio crucial para no perder el más puro estilo Barça, ha sido fundamentalmente mover a Guijarro al interior izquierdo y relegar su posición natural de pivote a Keira Walsh o Ingrid Engen, también naturales en dicho rol. Con ello, Patri adopta una función más ofensiva, se mueve más cerca del área rival y tiene más margen para la posesión, para amenazar, para asistir, para generar superioridades: ingredientes para convertirse en la centrocampista más completa. La jugadora de Palma se ha adaptado sin hacer mucho ruido, y con ello no ha olvidado su labor defensiva, pues es habitual su ayuda en salida de balón, realizando la función de interior pero también de doble pivote, especialmente en los grandes duelos.
Guijarro se desenvuelve con personalidad en su nuevo papel. Desplazada de su rol original y despojada de su carácter más innato, cumple notablemente con ‘sustituir’ a la mejor del mundo. La mallorquina se mueve por el campo como una muñeca en una caja de música: como si fuera el lugar que le pertenece, y baila con el balón (o sin él). Sus números lo demuestran. A pesar de salir de su zona de confort, Patri es, hasta la fecha, la segunda jugadora más utilizada (818 minutos en liga, 336 en Champions) esta temporada solo por detrás de Maria León. De sus botas han salido 6 asistencias y 3 goles, en liga, es la jugadora que más pases ha realizado al punto de penalti (14), la segunda jugadora de la competición con más disparos a portería (21), la segunda con más acciones de creación de gol (7’54 por cada 90 minutos), la primera en pases progresivos (44), la segunda en acciones de creación de gol (31) y la primera en efectividad de goles en comparación con la posibilidad de no hacer esos mismos goles (9’6) –xG plus/minus-. Piedra a piedra, pero monumental. Y a tientas, sin romper el barullo mediático. En Champions, los números son también un escándalo, en cinco partidos Guijarro ha generado 6 oportunidades claras de gol y 23 situaciones de posible disparo para su equipo.
Con la baja de Alexia, capitana y líder del equipo, Guijarro ha cogido gran parte del relevo. Su importancia en el juego, su capitanía y la responsabilidad que lleva a sus espaldas han hecho de la 12 una líder discreta, no solo por hacer un trabajo futbolístico vital pero cauto –el sacrificio no suele brillar tanto como la brillantez técnica- sino por crecer como jugadora delante de una situación casi impuesta, y hacerlo con un notable muy alto. Este Barça es nuevo: sin Alexia, con fichajes que iluminan juventud, marchas forzadas y un fenómeno sin precedentes, el de tener una afición más volcada que nunca en este proyecto.
Después del batacazo en la final de la Champions del curso 2021/2022, este equipo va a por todo, mas que nunca. Con algunos cambios pero con esa identidad inalterable, esa que ha construido y que ahora ve radiar a Patricia Guijarro, un Barça que ahora no se entiende sin ella, y viceversa. La futbolista creció con la profesionalización del equipo, vio germinar el mejor futbol, y ahora lo lidera lejos del estrellato, lejos de los focos. A Patri es difícil verla en las grandes nominaciones, en las listas de jugadoras más notorias o en las ceremonias de galones. El motor blaugrana quizá seguirá en las sombras de los grandes reconocimientos, pero radiará en el destello blaugrana, necesaria como la luz del sol.