El Barcelona mantiene el calor en el Metropolitano

Los culés superan al Atlético de Madrid en un ajustado 0-1 que recalca las dificultades del equipo para controlar los partidos

Crónica de Joan Cebrián (@Motijoan)

Desde hace muchos meses el FC Barcelona se encuentra en un proceso de aprendizaje. Actualmente entrenador, plantilla y espíritu son palabras que en la Ciudad Condal están acompañadas de un adjetivo: joven. Van de la mano con todo lo bueno y lo malo. El último aspecto se refleja más en la gestión. A nadie le enseñan a querer, ni a ser querido entre otras muchas cosas. En el fondo, la vida es un mero ejercicio de supervivencia que no nos enseñan después de las caídas. El Barça pasa por ese proceso de abrir los ojos y en el Cívitas Metropolitano ha aprendido un poco mejor qué es ‘sobrevivir’ tras superar por 0-1 al Atlético de Madrid.

El frío caracterizaba la noche en Madrid y durante las últimas semanas en Barcelona. No en la ciudad como tal, sino en el Spotify Camp Nou y el entorno culé. Principalmente por cómo el equipo cerró el año y lo empezó sufriendo más de la cuenta, como si hubiera tanteado ante la suerte. El empate contra el RCD Espanyol y la victoria ante el Intercity no generaban excesiva seguridad en la masa social, pero el equipo llegaba al partido con un factor extra: la presión. El Barça llegaba al Metropolitano teniendo en mente la derrota del Real Madrid ante el Villarreal CF. Ganar era una necesidad para tener más ventaja en el liderazgo, algo que suponía un arma de doble filo. Por un lado podía suponer un aliciente, pero por el otro una losa. No todo el mundo funciona bajo presión.

Durante los primeros minutos el Barcelona bailó en el Cívitas Metropolitano. La propuesta de cuatro mediocentros por parte de Xavi Hernández estaba teniendo efecto. Si jugar bien al fútbol fuera un crímen, el Barça habría delatado fácilmente a sus dos criminales: Pedri González y Gavi. Ambos fueron el dolor de cabeza de la defensa colchonera. Ejercían como la definición de equilibrio a la vez que demostraban que, con espacio, todo es mucho más fácil. Precisamente de sus pies de seda nació el único gol culé a los 22 minutos: Pedri condució y Gavi giró para servirle el balón a Ousmane Dembélé, que definió con un excelente chute cruzado.

Sin embargo, con la temperatura baja y la oscuridad acechando, al Barcelona se le resiste controlar sus propios impulsos. Después de adelantarse en el marcador, el equipo dio un paso atrás. Como si controlar la situación fuera una tarea demasiado grande para él. Como si los blaugranas no se dieran cuenta de que no toda la naturaleza es domable, sino que debe someter aquello que está en sus manos. Una vez el Atlético de Madrid decidió presionar, el conjunto dirigido por Xavi Hernández se bloqueó. Ni controlaba las distancias, ni sabía cómo atacar a los dos magos rojiblancos que eran Antoine Griezmann y João Félix.

La segunda parte estuvo marcada por la misma actitud. Marc André Ter-Stegen se veía involuntariamente obligado a intervenir. El Barcelona no se reconocía al verse más cerca de su portero que no de Jan Oblak. Tampoco ayudaba a calmar los ánimos que Xavi Hernández prescindiera de jugadores como Ansu Fati y Frenkie De Jong para sobrevivir en el Cívitas Metropolitano. Con luces y sombras, el Barça buscaba insistentemente a Dembélé como solución ante la presión. El francés demostró que no es la solución a todos los problemas, pero tampoco la causa de todos ellos. 19 remates sumaron los rojiblancos al final del encuentro.
La adrenalina subió en los últimos minutos del partido. El Barça parecía estar sobreviviendo, manteniendo la llama de su fuego viva con mucho esfuerzo. Sin un contexto ideal, pero consiguiendo resultados que nunca se pueden rechazar. Pero una acción de Ferran Torres con Stefan Savic acabó con ambos jugadores expulsados. El delantero culé y el defensa colchonero traspasaron líneas en su enfado al llegar a las manos, aunque no fuera en forma de puñetazo. Ronald Araújo se reivindicó de nuevo salvando una ocasión de Griezmann que habría supuesto el empate. El instinto hizo funcionar al Barcelona cuando la cabeza empezó a dejar de hacerlo. También una defensa que, armada por Jules Koundé, Araújo o Andreas Christensen, ofrece más seguridad. Los culés mantuvieron el calor cuando en otro momento el final quizás habría sido el contrario. Hoy los blaugranas se marchan de Madrid aprendiendo a sobrevivir más que ayer, pero no más que mañana.

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