>Y es que, a culo parado y a las 18.15 de la tarde, el FC Barcelona necesitaba algo más que goles para hacer entrar en calor a las más de 5.000 personas que se dieron cita en el Estadi Johan Cruyff
Artículo escrito por Àlex Pérez.
Año nuevo, misma historia de siempre. El FC Barcelona Femení regresó a la liga con otra victoria en un feudo que, si bien es cierto que algún día se verá invadido, de momento sigue siendo inaccesible para sus rivales. Cada vez son más los equipos que, a pesar de comenzar la contienda perdiendo, optan por estrategias tan recurrentes como las pérdidas de tiempo. Anoche, Sullastres optó por desquiciar a la colegiada en la primera mitad y cuando Oshoala ya había estrenado el electrónico.
Una estrategia que parecía carecer de sentido cuando Claudia Pina anotó el segundo. Y eso es algo que, en cualquier otra circunstancia, debería provocar que el rival aumentase su voluntad ofensiva, abriese espacios y demás aspectos tácticos obvios cuando se va por detrás en el marcador. No obstante, y a pesar de caer por 2-0, el Sevilla optó por mantener el bloque defensivo bajo y provocó que, por momentos, el juego culé fuese insulso. Ese sin sabor también se trasladó al graderío, sediento de goles y emociones. Y por momentos fue Patri la que trató de encontrar atajos en la maraña andaluza. Pero lo cierto es que, con dos goles por arriba, arriesgar tampoco es necesario.
Y no fue hasta la segunda mitad cuando, la balear, divisó, en la fría lontananza del Johan, a Salma. En apenas quince minutos, la extremo nacida en Zaragoza encendió la mecha. Chispas al césped. ¿Y qué hacer en caso de incendio? Dejar que arda. Sus botas recogieron un balón filtrado desde tres cuartos de campo y, lejos de buscar el romanticismo de un toque sutil, desató un obús para que el balón abrazase con violencia la red. Y de nuevo calor en pleno invierno.
Sin embargo, su idilio estaba lejos de acabar. Aitana, como el agua, encontró la manera de filtrarse por cualquiera de los recovecos que ofrecía el muro cada vez menos sólido de las pupilas de Cristian Toro. Y tras inundar el área como si de una marea se tratase, dibujó un centro al corazón del área. Y de nuevo Salma irrumpió en el escenario para interpretar un nuevo toque y superar los guantes de Sullastres. Y la algarabía de nuevo se desató en el Johan. Y así, con el doblete de la aragonesa, la parroquia culé se marchó de Sant Joan Despí con un buen sabor de boca.
Decía Jonatan Giráldez que Salma hace muchas cosas bien, pero que debe mejorar en otros aspectos. Razón no le falta. Un discurso que, además, comparte con la misma protagonista. Salma es ese diamante por pulir al que no le falta brillo y cuya trayectoria es uno de los alicientes que lleva al respetable a ocupar, cada dos semanas, su localidad en el Estadi. Otra joven promesa. Otra joven proeza. Anoche sus destellos descongelaron un terreno de juego que parecía helarse por momentos. Esa es Salma Paralluelo.