Artículo escrito por Judit Garcia @JuditCeballos_
EL CAMINO
Un domingo frío y un tanto gris de un enero en Barcelona fue el escenario sin telón que acogió el debut de Claudia Pina. La de Montcada i Reixach pisó el césped rodeada de jugadoras del primer equipo por primera vez con tan solo 16 años, 5 meses y dos días, lo que la convirtió, hasta que la recién llegada Vicky López le quitó la insignia, en la futbolista más joven en aparecer en un choque oficial del Barça. Claudia Pina debutaba, precoz, en la máxima categoría del futbol español un 14 de enero de 2018. Hoy, 5 años atrás.
Ha llovido mucho des de entonces, especialmente goles y títulos que la joven de 21 años guarda en la memoria de un palmarés envidiable, producto de un recorrido brillante y difícilmente igualable con el Barça y las categorías inferiores de la Selección Española. Proveniente del RCD Espanyol, Pina fichó por el club blaugrana en 2013, con la inocencia y la ambición, a partes iguales, de una delantera de 12 años. Pronto empezó un camino dónde la dinámica solo tuvo una dirección; ascendente, con la intención de comerse el mundo, su mundo, aunque nunca se imaginó lo que estaría por llegar.
La catalana se convirtió en el foco de toda mirada ajena cuando en su segundo año vistiendo el escudo lideró al equipo a ganar la liga juvenil y anotó, de su guante, 100 dianas en 20 partidos. Las comparaciones pretenciosas llegaron sin hacerse esperar, y con su vertiginosa progresión Pina conquistó la copa del mundo sub-17 con la Selección, marchando del torneo con sus brazos cargados de premios: balón de oro y botín de plata. Mientras tanto, los éxitos con el club, que también reinaba en las categorías inferiores, grabaron su nombre en la lista de talentos de La Masia. Después de renovar con el club de su florecer hasta 2023 y marchar cedida al Sevilla en el curso 2020-2021, Pina volvió a la dinámica del FC Barcelona para asentarse en el primer equipo, y enamoró al verde del Johan Cruyff nada más llegar.
FACTOR CLAUDIA PINA
Pina mima el balón con delicadeza, lo cuida en su regazo y lo acompaña a las zonas dónde duele, se escabulle con su tesoro más preciado entre los rivales y se marcha de ellos como un niño travieso, con los tres palos en su horizonte constante. Pina es ese factor diferencial, no solo por su olfato de gol, que estremece, sino por la elegancia con la que deja rivales atrás o la cordura con la que conquista líneas de pase como equilibristas cuerdas flojas: de esas que parecen imposibles, pero no lo son. Pina sembró la revolución en una plantilla ganadora y llena de estrellas y llegó a un equipo plagado de titulares para dar un golpe sobre la pizarra. La delantera desplegó sus atributos el pasado curso (2021/22), rodeada de exigencia competitiva y un juego exquisito, en un estándar difícil de competir, firmó 17 tantos y 13 asistencias en 1205 minutos jugados. La temporada vigente (2022/23) suma 9 goles y 9 asistencias en 995 minutos, camino de mejorar su propio espectáculo previo.

La capacidad de irrupción de Pina en un equipo consolidado la convirtió en una pieza única para Jonatan Giráldez, esa jugadora que cambia un partido, que lo acelera, o que le da pausa, que lo trata con cariño, para hacerlo suyo, para domarlo con el esférico bien pegado al pie, esquivando defensoras por naturaleza. La habilidad de la joven para mantener la posesión, crear ocasiones cerca del área, generar apoyos y reconocer espacios para sus compañeras reconvirtió su rol en el césped. Nativa delantera, la de Montcada i Reixach fue intercambiando su baile con otras posiciones del campo, donde también radió entendiendo en su plenitud lo que significaba jugar en el Barça, besando el escudo, queriendo siempre más.
Extrema izquierda (o falsa extrema, puesto que tiende a irse hacia dentro), falsa nueve, interior derecha e izquierda, son algunos de los nuevos roles que la joven promesa ha adoptado progresivamente, y en todos ellos ha arrojado una imagen reconocible para este Barça, dejando momentos que alegran el recuerdo de cualquier culé: de meter un golazo ante una cifra record de espectadores en el Camp Nou contra el Real Madrid a repetir la misma escena contra el Bayern de Munich, o a firmar una remontada con su nombre contra el Villareal con hat-trick incluido. Una Claudia que, aunque más alejada del área pequeña, aun campa a sus anchas en ella cuando el juego se lo permite y siempre llega, aunque sea ahora por segunda línea, con el peligro atado a los cordones.
MONEDA AL AIRE
La canterana, cuyo contrato termina en junio, ha levantado una incógnita acerca de su posición ideal en el dibujo de Giráldez. Desenvolviéndose con personalidad en el rol que el técnico le asigne, la cuestión está en el aire, especialmente con el rompecabezas que supone tener una plantilla de tanta calidad en este Barça: ¿Dónde encaja mejor Pina? ¿Debería cumplir el rol de delantera cuando Alexia Putellas vuelva al medio campo? ¿Qué lugar ocupará cuando toda la plantilla titular esté de vuelta? ¿Competirá con Mariona Caldentey por el puesto en el once?
El debate posicional está echado, la relevancia de Pina es incuestionable. Un talento marca de la casa cuya renovación debería ser objetivo prioritario para el club blaugrana y que, ocupe la posición que ocupe, marcará una diferencia. Pina es sinónimo de gol, de control del balón, de amor por la pelota, de estatuillas de plata y medallas doradas. Pina es la hoja de ruta de una generación que ha aterrizado en este Barça con cuerda para rato, la muestra de que los mejores fichajes siempre están en casa.