Texto obligado a Carahaslem @carahaslem. Twitter. @Jose_Rodriz.
La vida pasa muy rápido en el mundo real y en el fútbol, esto es un hecho que va aun más. Hace un año y unos días, concretamente, el 3 de enero de 2022 Ferran Torres llegaba a Barcelona como fichaje estrella del momento, y como apuesta decidida de un futuro, aciago y oscuro, al que la nueva dirección del Club quería contrarrestar con un jugador determinante en Premier League y Nations League.
Tras unos primeros meses de sorpresa, confianza e ilusión, por todas las partes, parece que algo se ha roto. Son ilusiones, que decía C Tangana, plasmadas en las expectativas de ambos, que tiempo después han quedado socavadas por las continuas decepciones en dosis de ansiedad de cara a gol de Ferran, movimientos en ataque no apreciados por afición, y la falta de confianza de Xavi en mantener en alza al valenciano en sus onces de partida.
Sorprende especialmente esta práctica, pues se repite en el caso del fichaje de Raphinha, aunque sí que este ya pareció desde un primer momento que no era del todo del agrado del egarense, el que siempre priorizó la renovación de Ousmane «bien-entrenado-es-el-mejor-extremo-del-mundo» Dembele. En lo que concierne a Ferran, no obstante, sí que pareció ya desde un primer momento que hablábamos de un fichaje con el beneplacito de Xavi, que venía a ocupar lugares que antes eran de Abde o Ferran Jutglá, pero al que, meses después, sus problemas de confianza, su negación cara a gol, y el run-run de la afición ha ido desencadenando en la pescadilla que se muerde la cola.
Cada actuación insuficiente desembocaba en una aun peor. Ni siquiera el mundial sirvió para mejorar las tornas y a la vuelta, incluso en contextos optimistas para el chico, donde se le abrían las puertas de la titularidad ante la sanción de Lewandowski, la cabeza de Ferran cortocircuitó, aun más si cabe, la endeble relación de confianza entre Xavi y Ferran, al que ayer en un partido de copa, decidió cambiar en lugar de dejar que moje el churro, como hicieran Ansu o Lewandowski, también inalienable el próximo fin de semana de manera idéntica que el 11 culé.
La situación de Ferran Torres en la parroquia culé está en ese momento de impass en que todo son dudas, sensaciones negativas, y resultados pobres o inexistentes. Sería de esperar que, a lo que hace tan solo un año y 17 días era la presentación de un jugador de futuro, se le diera tiempo, confianza y rol adecuado conforme a la apuesta que fue en su momento. No parece, sin embargo, que el Club esté para esperar a nadie, que probablemente está en venta hasta el escudo (si se paga bien), y que el propio Ferran tampoco esté por la labor de alargar mucho aquello que no se levanta. No sabemos si hay viagra o estimulación suficiente para despejar esa cabecita a día de hoy.
Todo esto, sin embargo, es relativo, y lo que hoy es negro, y hace un año blanco, quizá tan solo sea una escala de grises – de tonalidad oscura, eso sí – . Lo que sí parece estar claro es que es un momento de inflexión a aquella apuesta y a aquel deseo que Xavi y Club tuvieron el año pasado, donde ahora habrá de comprobarse si de aquellas ascuas cenizas quedan, o si sólo queda esperar al cadalso.
Tendremos que esperar para comprobar si se les fueron las ganas a ambas partes, o si aun quedan ilusiones. Si algo ha demostrado el Barça de Xavi en esta temporada, es que es capaz de lo mejor y de lo peor, y de que certezas tiene pocas, yo no pondría la mano en el fuego, ni siquiera en aquellas que por resultados evidentes más lo parezcan.