El Barcelona y Raphinha cogen el tren

Los blaugranas se afianzan como líderes de LaLiga con ocho puntos de ventaja sobre el Real Madrid gracias a un 2-0 contra el Sevilla FC.

Crónica escrita por Joan Cebrian y traducida vía DeepL.

La noche del 5 de febrero se convirtió en trascendental para el Camp Nou en un abrir y cerrar de ojos. De la nada el FC Barcelona se plantaba ante una fecha en la que, si cumplía, podía convertirse en especial. Los blaugranas sabían que en sus manos estaba conseguir aquel anhelado beso. El enfrentamiento ante el Sevilla FC no se comprendía sin el pinchazo del Real Madrid en Palma de Mallorca, donde perdió con una ajustada derrota. La tesis culé era sencilla: ganar era obligatorio para conseguir una ventaja de ocho puntos sobre los madridistas. En otras palabras, una buena oportunidad para afianzarse en la primera posición, algo que finalmente el Barça ha aprovechado con un sólido 3-0.

Actualmente Xavi Hernández ha hecho del uso de cuatro mediocentros su sello de identidad. Si al principio las palabras del entrenador y su idea de juego distaban mucho de lo que se veía en el césped, el egarense ha dado con su primera tecla con ese planteamiento. Porque Xavi, que trabaja para trasladar su forma de ver el fútbol como jugador al banquillo, no huye de la realidad. El técnico blaugrana reconoce que entre Pedri, Gavi, Frenkie de Jong y Sergio Busquets hay química. Y además de ver la sinergia de los futbolistas, también aprecia cómo la juventud devuelve al pasado a la afición blaugrana. Porque si el propio entrenador no se esconde a la hora de aceptar la comparación del canario con Andrés Iniesta, ver a un ‘6’ y un ‘8’ haciendo de ying y yang trae recuerdos dulces al Camp Nou.

La firmeza de Xavi con su idea se pudo apreciar en un imprevisto. Busquets tuvo que retirarse del terreno de juego a los ocho minutos por lesión y el egarense apostó por Franck Kessié como substituto. Para el Barça ahora el fútbol se juega con cuatro mediocentros o se crea una barbarie. Una vez más, el planteamiento mostró la necesidad de efectividad de los jugadores de cara al gol. El peso de la efectividad recae sobre Robert Lewandowski, y cuando el polaco se encuentra por delante con paradas prodigiosas como las de Yassine Bono, el Barça ruega a cualquiera de sus mediocentros que meta la pelota en el fondo de la red. Preferiblemente desde la segunda línea, pero anteponiendo el resultado al ‘cómo’ en función del contexto del partido.

El Barcelona sometió al Sevilla, pero fue de más a menos a medida que avanzó la primera mitad. Sin embargo, los culés demostraron un mayor momento de madurez en comparación a otras etapas. Porque si en anteriores partidos se ponía nervioso con un 0-0 en el marcador, esta vez el equipo salió con más ganas de apretar a los sevillistas. El Barça tenía claro que la única forma de rematar a su oponente era con el cuchillo entre los dientes. Además, teniendo por delante el tren de los ocho puntos de ventaja, ganar era una obligación. El Camp Nou presenció cómo los blaugranas convirtieron lo que meses atrás era ansiedad en templanza. Los culés reivindicaron que a veces ser el mejor no es suficiente, que también hay que saber estar.

Jordi Alba arrancó la segunda mitad como protagonista en ataque y obtuvo recompensa en forma de gol. Si lo hizo fue gracias a una maravilla de Kessié, que jugó con la defensa sevillista como si un pívot de fútbol sala se tratara. El marfileño recibió de espaldas, aguantó y se giró. El exjugador del Milan tuvo una precisión quirúrgica para dejar en bandeja a Alba una asistencia que valía su peso en oro. Un toque suave para reivindicar que la pelota no se mancha. El mediocentro bajó las pulsaciones del Camp Nou, excitándolo para que luego explotara sus emociones. Solo ante Bono, el lateral no falló en la definición.

Posteriormente fue el turno de Raphinha. Si el Barça de los cuatro mediocentros funciona es en gran parte por el equilibrio de estos con Lewandowski y Ousmane Dembélé, que suma más como complemento que no como argumento principal. Pero su ausencia obligaba a Raphinha a lucirse, a dar ese paso adelante que se espera de cualquier jugador que viste la camiseta blaugrana. Inicialmente el brasileño estuvo fallón, pero en el tramo final del partido obtuvo su recompensa. A veces las piernas fallan, pero cuando la cabeza está lúcida de ideas, es cuestión de tiempo que estas encajen. Así fue cómo el extremo asistió primero a Gavi y diez minutos después remató el partido. Así fue cómo el exjugador del Leeds compró el billete de un tren que el Barcelona no podía rechazar.

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