Raphinha, la decadencia camuflada por las estadísticas

Artículo escrito por Diego González (@DGGonzalez_)

En un fútbol cada vez más analítico y sintetizado en la pura estadística, el rendimiento de un jugador pasa a estar determinado por dos números: sus goles y asistencias. Y en el caso de eternos ausentes se añade la cifra de sus días de baja, como ha sido el caso de Ousmane Dembélé hasta la presente temporada. En el caso de Raphinha, su decepcionante corta estancia en el FC Barcelona está siendo compensada con unas estadísticas notables, las cuales están desviando sus crecientes rumores de salida. Pero, ¿deben ser garantía de su permanencia?

Cierto es que también el fútbol se ha vuelto más impaciente. Juzgamos en cortos periodos de tiempo, y más cuando los resultados no acompañan. Es la tendencia a buscar responsables, y en las caras menos conocidas suele caer el mayor peso de la derrota. Solo hay que recordar la eliminación de la Champions League.

Con Raphinha, al igual que con Dembelé, la lupa siempre le ha seguido a raíz del gran desembolso realizado. Tras deslumbrar en los partidos de pretemporada, su rendimiento también vino determinado con una supuesta pugna según lo realizado por el francés, alimentada también por los medios de comunicación. Mientras el brasileño parecía el nuevo Mesías, Dembélé luchaba contra el destierro.

Pero la realidad fue bien distinta, contrayéndose contra el propio de los deseos de los aficionados. Dembo respondió a la confianza de Xavi con buenas actuaciones y una suma de estadísticas de dos goles y dos asistencias al inicio del curso. En cambio, la figura de Raphinha se vio ensombrecida por su reducido protagonismo pese a que el técnico catalán le habilitó un recurrente cambio de banda para que luciera su mejor versión desde el extremo diestro.

Presionado ante el gran nivel de su supuesto rival, Raphinha pecó de una solución puramente individualista con la búsqueda de goles que justificasen su superioridad. Pero encontró un nefasto resultado hasta llegar a ser un sustituido habitual por Xavi durante los partidos, lo que provocaba serias gestos del brasileño. Más tarde, víctima de una escasa aportación, su rol pasaría al de suplente. Sin embargo, los datos seguían avalando su fichaje al tener similares estadísticas que Dembélé en muchos menos minutos.

El punto de inflexión llegaría con la Copa del Rey, y especialmente en el duelo contra el Intercity, donde fue clave para evitar una temprana eliminación en la competición que arreglaba la situación de Xavi. Desde ese 4 de enero, el banquillo únicamente lo ocupó en dos ocasiones de los siguientes nueve encuentros, aunque en partidos de suma importancia volvió a tener un rol secundario, como fue contra el Atlético de Madrid o la final de la Supercopa de España ante el Real Madrid. Víctima también de la seguridad aportada por los cuatro centrocampistas en los esquemas de Xavi.

No obstante, las titularidades de Raphinha tampoco aseguraban un gran impacto sobre el campo. Su forma de jugar había cambiado, mucho menos agresivo en sus acciones, con golpeos deficientes y desconectado del juego. El típico bache mental, pero que en grandes clubes puede condicionar la continuidad en cortos periodos de tiempo, hasta tal punto que los primeros rumores de traspaso ya empezaron a aparecer.

Y cuando más asentado parecía el once de Xavi, la lesión de Dembélé le resucitó con vía libre en ese extremo derecho. Tras un decepcionante papel en Girona, el partido contra el Sevilla fue el de su redención aunque, de nuevo, con el tópico a la espalda de “una de cal y otra de arena”. Porque antes de acabar el partido con un gol y una asistencia, además del pase clave para abrir el marcado, la versión de Raphinha seguía siendo sumamente insípida por su escaso atrevimiento siendo el único extremo del equipo.

Sus seis goles y ocho asistencias ahora justifican su continuidad. ¿Pero qué pasará cuando sus estadísticas desaparezcan con sus pobres actuaciones? Con Raphinha queda la sensación que puede ser más una moneda de cambio que un proyecto de jugador a largo plazo, como ha ocurrido habitualmente con los jugadores procedentes de Brasil que han estado en el FC Barcelona -con la gran excepción de Dani Alves-.

Imagen de ElNacional.cat

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