Artículo escrito por Jesús Núñez.
Estadio José Zorrilla, Valladolid, 20 de diciembre de 1998. Un gol de un canterano de nombre Xavi Hernández subido al primer equipo del Barcelona pocos meses antes salva la cabeza de Louis Van Gaal e inicia una racha de ocho victorias consecutivas que llevarán al Barcelona del holandés a su segunda liga. Hasta aquella noche invernal de Valladolid, una quimera.

Lo que debía ser una segunda temporada de consolidación en un proyecto que comenzó con un doblete de Liga y Copa estuvo a punto de volar por los aires de no ser por un mediocentro crecido en La Masía que hoy, casi 25 años después, dirige al primer equipo.
El verano de 1998 en Can Barça estuvo marcado por la insistencia de Van Gaal en el fichaje de los De Boer pero también por la bajas de dos pilares del Dream Team como Amor y sobre todo, el Chapi Ferrer. Lo que dejaba bien a las claras la filosofía de Louis. Holandización made in Ajax con aportes del PSV como Zenden y Cocu, pero también ruptura con el Barça cruyffista. A última hora llegaron Mauricio Pellegrino, central procedente de Vélez Sarsfield ante la desconfianza en Abelardo y Nadal, la marcha de Fernando Couto al Lazio y sobre todo, la negativa del Ajax para traspasar a Frank de Boer. Pero sobre todo, recaló en el Camp Nou un delantero centro con alma de mediapunta, Patrick Kluivert. La elegancia personificada, incapaz de valorarlo únicamente por los goles. El Benzema de su tiempo con un físico tallado por el mejor escultor. La pantera llegó tan a última hora que no le dio tiempo a participar en la primera fase de la Champions League. Y bien que lo notó el equipo.
La irregularidad era la nota predominante en los inicios de temporada del Barça de Van Gaal. Y eso, compartiendo grupo de Champions con Manchester United y Bayern, quienes serían los protagonistas de la final del Camp Nou nueve meses después, era mortal de necesidad. Mientras Van Gaal experimentaba con Giovanni como sustituto de Guardiola en el mediocentro y un imberbe Okunowo en el lateral derecho, los Salihamidzic, Elber, Giggs, Yorke y Cole, dejaban otra vez al Barça fuera de Europa por segundo año consecutivo.
A la eliminación europea se sumaron cuatro derrotas consecutivas en liga. 1-0 ante el Mallorca, 0-1 en su centenariazo particular contra el Atlético, 2-1 en Riazor y la que salvo milagro, parecía terminar definitivamente con el holandés, un 1-3 ante el entonces modesto y debutante Villarreal que destapó la caja de los truenos y enviaban al proyecto Van Gaal de vuelta a su Holanda natal. El equipo se movía en una mediocridad impropia del nivel de su plantilla, los fichajes, salvo Kluyvert, no convencían a nadie, y el crédito de Van Gaal, marcado por sus continuos experimentos, estaba agotado.
O eso parecía hasta que el hoy entrenador culé marcó el punto de inflexión en la Liga 98/99. Desde su gol en Valladolid, el Barça de Van Gaal voló. A la recuperación de Guardiola tras más de un año lesionado se sumó el fichaje de los hermanos De Boer en enero, un Rivaldo estratosférico camino del Balón de Oro y el otrora criticado Cocu convertido en el centrocampista más goleador de Europa. Van Gaal había encontrado por primera vez un once ideal y no hay mayor síntoma de éxito y estabilidad que éste. Hesp bajo los palos, Reiziger, Frank de Boer, Abelardo y Sergi en defensa. Pep al timón con dos llegadores espléndidos como Luis Enrique y Cocu a su lado. El asturiano en la recuperación y la verticalidad y el holandés más en la base de la jugada. En punta, Kluivert, Rivaldo y el único futbolista de la la historia del Barcelona a quien ningún culé relaciona con la camiseta azulgrana.
El 3-0 ante al Madrid en San Valentín fue la última de las ocho victorias consecutivas que despegaron definitivamente al Barça hacia el título. En una metamorfosis aún difícil de explicar, el Barça de Van Gaal alcanzó el mejor nivel visto en las tres primeras temporada del holandés en el Camp Nou. A medida que Rivaldo celebraba goles enseñando la camiseta de su suplente amigo Giovanni y hacía palpable el inicio de una relación irreconciliable con el holandés, el Barça agarraba la liga casi con las dos manos.
Todo quedaría visto para sentencia a falta de seis jornadas en Valencia contra el mismo Villarreal que meses antes pareció dinamitar el proyecto de Van Gaal. Y digo en Valencia, porque hasta Mestalla tuvieron que desplazarse ambos conjuntos debido a la clausura de El Madrigal. Esta vez, aquel Villarreal de los Craioveanu, Moisés o Robert como líbero y líder de los castellonenses, no pudo con un Barça que en la enésima exhibición de Rivaldo se impuso por 2-3 y marcaba una distancia de nueve puntos con el Mallorca de Cúper a falta de sólo cinco jornadas.

La Liga 98/99 se ganaría dos semanas después en Mendizorroza, pero fue contra el Villarreal, el mismo rival del domingo, donde el hoy entrenador culé agarraba la primera de sus ocho ligas como futbolista azulgrana. El Villarreal, otra vez, 24 años después en el camino de Xavi en un partido con tanto aroma a liga como aquella del destierro valenciano.