El Barça se impone al Valencia entre armonías y Caínes

Raphinha ha protagonizado el único tanto de una tarde en la que los blaugranas han vuelto a recurrir a los extremos

Crónica de Joan Cebrián

El Barça ha mostrado su carácter camaleónico pasando del 35% de posesión a los extremos en una semana. Teniendo en mente las ausencias, el FC Barcelona ha aprovechado el enfrentamiento contra un Valencia en zona de descenso para volver a las raíces. Desde el cielo del Camp Nou se podía apreciar bien el 4-3-3 culé y la impotencia de Xavi Hernández por tener que cumplir sanción en la grada. Con ese retorno los culés se han impuesto por 1-0 contra los ches, pasando de la unión de Els amics de les arts en la primera parte al cainismo en la segunda.

No contar con Pedri González, Robert Lewandowski y Ousmane Dembélé se le hace bola al FC Barcelona por mucho que, por ejemplo, al francés le quede poco por volver. Esta vez tampoco contaba con Gavi, que tenía que cumplir un partido de sanción. Sin embargo, ver la enfermería del Valencia consolaba a los blaugranas. Los ches no tenían a figuras clave como José Gayá, Edinson Cavani o Gabriel Paulista. Tampoco estaba Nico González, que no pudo volver a pisar el campo que considera su ‘hogar’. Con todos estos jugadores ausentes por lesión junto a la situación de los valencianistas, los culés tenían delante una imagen para valorar que podrían estar peor.

El Valencia hizo algún aviso tímido al Barcelona, pero el Camp Nou notó rápidamente quién era el monologuista principal de la tarde. Ansu Fati, Ferran Torres y Raphinha se convirtieron en sinónimo de movilidad durante los 45 minutos iniciales. Con Ferran partiendo desde la posición de nueve, ambos extremos buscaban el espacio entre central y lateral. Tampoco se quedaba atrás Torres. Todo movimiento era un gancho para los ches. Como el juego interior no era posible sin Gavi ni Pedri, Sergio Busquets acudió a los desmarques mencionados para poder generar peligro.

La sonrisa del brasileño engaña, porque tiene cierto aura de épocas pasadas con Ronaldinho, pero el exjugador del Leeds fue fiel a esta. No estuvo excesivamente acertado en el regate, pero hizo lo que mejor sabía: ser inteligente. Así fue cómo ganó la espalda de Jesús Vázquez, anticipándose a la salida de Giorgi Mamardashvili. Rapinha marcó de cabeza y, mientras la pelota se dirigía a la portería, el portero georgiano se tenía que conformar con golpear al aire. A partir de ahí el Valencia se echó atrás y los blaugranas buscaron con armonía -la que puede existir sin jugadores como Pedri en el césped- hasta el descanso. A los valencianistas tampoco les ayudaba que Alejandro Balde pudiera romper dos líneas sólo con un cambio de ritmo.

Sin embargo, la segunda parte fue una obra cainista por parte de los blaugranas. Pasados los 10 minutos el Valencia cometió un penalti y aquí empezó la cuna de Caín particular del Barça. Ansu Fati cogió el balón para realizar el lanzamiento, pero Ferran Torres se lo quitó. El canterano pasó a ser Abel en un abrir y cerrar de ojos. Pero como el mito bíblico sólo admitía dos protagonistas enfrentados, Franck Kessié quedó apartado, un hecho insólito teniendo en cuenta su jerarquía para lanzar las penas máximas en Milán. Ferran se la jugó y falló, destacando especialmente por el mal golpeo. La ansiedad que tanto Torres como Fati tenían para desquitarse acabó agravándose.

También hubo cainismo en la línea defensiva, aunque allí fue involuntariamente. Jules Koundé erró y permitió que Hugo Duro se quedara solo en carrera ante Marc-André Ter Stegen. Al estar en una posición desventajosa, Ronald Araújo decidió hacer una falta ‘de manual’ para impedir la ocasión. El uruguayo recibió la roja y, consciente de la acción que realizó, aceptó la sentencia dictada por Javier Alberola Rojas. A pesar de estar en inferioridad numérica, el Barcelona no se mostró tan mal, pero sufrió para mantener la pelota. Óscar Hernández no supo cómo darle al equipo la virtud de la que tanto gozaba su hermano. Dos horas fueron suficientes para que el Barça fuera un gris en un mundo de blancos o negros, tocara en armonía y viera a algunos de los suyos ‘matarse’ entre ellos.

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