Tras los sucesos recientes de las últimas semanas, aquello que se encuentra más en entredicho en la esfera culé respecto del equipo de Xavi es precisamente lo que nunca imaginaríamos cuestionar en aquel equipo que entrenara el egarense; el juego. Y es que en los encuentros más recientes no han brillado precisamente por el mismo.
Lleno de bajas en puestos clave, por nivel, ascendencia en el equipo y perfil, las lesiones de Lewandowski, Pedri y Dembele, han supuesto una bajada importante en el rendimiento estilístico del equipo. Ante ausencia de respuestas que antes ya daban directamente los propios jugadores antes nombrados, ahora el equipo debe replantearse otras diferentes, porque sus intérpretes ni se acercan a los titulares.
Es en esos momentos donde de lo poco que ha quedado vigente en la plantilla, ha sido el carácter y nivel puro de sus zagueros. Allí donde la calidad diferencial más brilla por quilates propios de los futbolistas: Jules Koundé (pese a pájaras jugando fuera de lugar), Ronald Araújo, Andreas Christensen y Alejandro Balde. Todos, comandados por ter Stegen, han mantenido a flote al equipo durante los momentos de mayor peligro, haciendo no aconsejable la rotación que hasta ahora ha ido mezclando Xavi con Jordi Alba y Balde. Tan sólo Marcos Alonso ha mantenido el nivel cuando ha tenido que aparecer, desarrollando un encuentro muy meritorio en la casa blanca.
De mediocampo para adelante ha sido otro cantar. Donde era de esperar un paso adelante de Frenkie de Jong, o de Gavi, lo cierto es que ni uno en la forma – Frenkie hizo un partido colosal a nivel defensivo en Chamartín -, ni Gavi directamente por nivel actual, han podido contrarrestar la baja de Pedri González, mientras que Busi, aun siendo el mejor desde su vuelta, tampoco es ya aquél jugador que era.
El que sí ha dado brotes verdes ha sido Franck Kessié, no sólo siendo el jugador que provocó gol y ocasión en el clásico copero, sino que cada vez que juega está rindiendo mejor que el anterior, pesando con balón más en base de lo esperado, y no ocultándose cuando es necesario aparecerse, en los momentos difíciles no se amedrenta. Y esto, en el equipo que ha visto a André Gomes, es una noticia buenísima.
Pese a todo, la peor noticia la encontramos en la parcela ofensiva. Salvando a Ferran Torres por su cambio de chip mental, que consigue que todos cuando lo miremos ya no veamos a un muerto viviente, pero que pese a todo aun sigue dejando a deber para la inversión realizada. Mismo caso, aunque con rendimiento estadístico superior, es el de Raphinha. Sigue sumando goles y asistencias a un ritmo nada desdeñable para un equipo que va unido al unocerismo puro calcio italiano, pero que tampoco ha conseguido la ascendencia futbolísitca que su fútbol intuye, pero que quizá por perfil no sea.
Probablemente no sea responsabilidad de ninguno de ellos, pero la ausencia de liderazgo en punta, desprovisto de Lewandowski o Dembele, provoca que aquellas apuestas veraniegas o de enero del 22, sean vistas con lupa, pues quizá para que futbolistas como Ferran o Raphinha puedan brillar, era cuestión imprescindible que algún otro jugador de mayor nivel diferencial, rindiera como tal, y obviamente me refiero a Ansu Fati, el gran líder de proyecto de ‘BarçaTeen’, que aún sigue faltando arriba, y que sigue dando una de cal y otra de arena.
Donde el Barça ha encontrado su última frontera, su última barrera ante el abismo de la derrota; la personalidad de varios de sus mejores futbolistas -Araújo y Christensen en defensa, Busi o Kessié en el medio – , sigue esperando que en la última línea alguno de ellos también asuma la bandera del liderazgo, en los momentos que más falta hace. Raphinha sigue llamando metiendo un gol por cada 10 regates fallados, pero el Barça sigue esperando al 10.
¿Llegará?
@carahaslem, Jose_Rodriz en Twitter, obligado por el Estadi.