El Barça no se deja intimidar en San Mamés

Un gol de Raphinha ha provocado que los blaugranas salieran victoriosos dentro de uno de los escenarios más asfixiantes hasta la fecha

Crónica de Joan Cebrián

El Athletic Club creyó ser Muhammad Ali en el ámbito psicológico y acabó ejerciendo el rol de George Foreman como noqueado. San Mamés hizo halago a su sobrenombre de ‘La Catedral’ como en cada partido. Pero ante el FC Barcelona, optó por el rol de ‘poli malo’. De ser el jugador número 12 a través de una actitud de bully contra los blaugranas. Sin embargo, la lluvia de billetes y los cánticos de ‘a segunda’ no despistaron a los culés. El juego anímico no tuvo efecto. Se convirtieron en héroes del silencio entre gritos y se llevaron el partido con un 0-1.

El Barcelona se está acostumbrando a la fuerza a entender que el fútbol sin Pedri sigue como la propia vida. A comprender que no todos los días sale el sol y el dolor de la rutina es mayor en función del peso de la idealización. También está asimilando que no siempre encontrará en Ousmane Dembélé la persona que revoluciona todos los planes. Sin embargo, en la visita a Bilbao, los culés encontraron un día soleado en pleno invierno con el retorno de Robert Lewandowski. El polaco corroboró durante el partido que todavía está lejos de la versión mostrada antes del Mundial. Pero con este tipo de jugadores ningún rival puede permitirse bajar la guardia.

Ernesto Valverde hizo un choque de realidades ya que, bajo su discreto carácter, orquestó un buen Athletic en el tramo inicial del enfrentamiento. Tanto los vascos como los blaugranas se encontraban más cómodos en situaciones postpérdida. Los visitantes estaban más incómodos en la salida de balón y la construcción de la jugada. Ni tenía pausa ni contaba con el mejor entorno para buscarla. Los leones quisieron hacer daño a través de Nico Williams, que era un puzzle irresoluble para Sergi Roberto por las características de cada jugador. A medida que avanzó el enfrentamiento, el Barça se encontró más a sí mismo cuando conectaba con más asiduidad con Frenkie De Jong.

Tres factores pusieron en alerta -que no con miedo- a los blaugranas. El primero, que Lewandowski no definiera bien estando solo contra Julen Agirrezabala por un mal control que en otro momento temporal no habría sido así. El segundo, que Gavi pusiera en peligro su propio cuerpo para evitar una ocasión de peligro del Athletic Club. No es que el canterano pudiera quedarse literalmente sin cabeza, es que su forma de entender y vivir el fútbol hace que la pierda. El final, el cabezazo de Raúl García que fue al larguero. No obstante, el Barcelona encontró en Sergio Busquets la originalidad necesaria para hacer pases decisivos. Raphinha prosiguió con su buen hacer sin el balón, y una vez bajó de los cielos gracias a Busquets, esta vez contó con el acierto necesario para poner el 0-1. Inicialmente Jesús Gil Manzano lo anuló, pero el VAR intervino ya que era legal.

El Barcelona supo equilibrar sus virtudes con el gran partido de Raphinha como extremo, la tan exigida jerarquía de De Jong o el cerezo en flor que es Alejandro Balde. Sin embargo, todo el equipo volvió a quedar sustentado bajo la misma base: Marc-André Ter Stegen. El alemán demostró una vez más por qué es uno de los inesperados brotes verdes entre las grietas del club que, anteriormente, él mismo llegó a protagonizar. El Athletic volvió a topar con los postes en el 70′ con un chut de Álex Berenguer, pero el momento de gloria llegó evitando a Iker Muniain su momento de gloria. El león se sacó un zapatazo que Ter Stegen desvió. El área pequeña era su lugar de recreo y lo disfrutaba.

San Mamés estalló cuando el VAR anuló el gol del empate de Iñaki Williams. El Barcelona perdió el balón y dejó el campo abierto al Athletic. El hermano mayor de los Williams contó con espacio para correr y definir a placer -pero sobre todo con pasión- ante Ter Stegen. Sin embargo, unas manos de Muniain en la recuperación hicieron que Gil Manzano anulara el tanto. Los pañuelos aparecieron en ‘La Catedral’ y la presión atmosférica pasó a ser mayor a la que se encuentra un buzo. Si antes el Barça pudo tener un partido correcto teniendo en cuenta el tipo de visita, finalmente le tocó sufrir. En lugar de tener prisa por golpear, los culés se comportaron como Ali. Supieron bailar con la pelota y aguantaron los golpes cuando tocaba. El Athletic atacó como Foreman creyendo que había ganado el juego psicológico como Muhammad. Sin embargo, acabó como George en Zaire: desubicado y abatido.

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