Lewandowski sin apoyo

Cuando en el mercado de verano el FC Barcelona fue a por Lewandowski, el club sabía que no solo fichaba a uno de los tres mejores ‘9’ del panorama actual, sino también a un futbolista que le podía dar más herramientas a Xavi a la hora engrasar la maquinaria del equipo; que su punta supusiera un plus en el juego cuando participase, algo básico en el modelo del entrenador catalán. Un salto de calidad que además de impactar en cifras goleadoras lo hiciera también en el juego.

Lewan, sin ser un delantero cuya actividad esté relacionada con la elaboración, sí que es un jugador cuyo concurso se manifiesta en el funcionamiento colectivo. El haber estado a las órdenes de grandes entrenadores y, sobre todo, de Pep Guardiola, han hecho que su naturaleza futbolística le permita asumir cuotas de balón que, sin ser muy altas, sí que suelen ser bastante precisas y efectivas. Un punto que sin duda mejoraba lo ofrecido por Aubameyang en la temporada anterior.

La voracidad goleadora acompañada de la comprensión para saber descender según la situación, activar compañeros y ponerlos de cara con bastante finura, su apoyo y brega cuando el equipo necesita juego directo y el oxígeno que supone para el conjunto ese juego de espaldas, son algunas de las aristas que ayudan a entender su gran rendimiento (más allá de sus 25 goles en todas las competiciones).

Baja post-parón

El regreso del Mundial ha traído una versión del polaco más terrenal y menos influyente. Lewan ha está menos preciso y por consiguiente el equipo he tenido que sobrellevar que su centro delantero apenas incide a la hora de rodar el cuero. Se le nota más lento, dando toques demás en cada apoyo y lejos de aquella forma donde con poco era capaz de sumar mucho. Ahora ese ‘poco’ está siendo solamente eso. Incluso su faceta goleadora se ha visto desmejorada en liga (2 goles en sus últimos 7 partidos ligueros contra los 13 marcados en las 14 jornadas anteriores).

Hay muchos factores atribuibles que seguro explican la caída en su rendimiento: uno de ellos es la falta de un jugador que le permita rotar de forma más asidua. A pesar de Lewandowski ser un futbolista bastante entero físicamente pese a sus 35 años -lesiones aparte-, no deja de ser el único nueve nato de la plantilla. La salida de Auba le ha dejado sin un recambio que permita refrescarlo con mayor frecuencia por lo que solo puede ser suplantado por Ansu y Ferran, dos delanteros que no emulan su perfil y no atraviesan su mejor.

Otro punto es, sin duda, los grandes problemas colectivos por los que atraviesan los azulgranas. El Barcelona no consigue ser un equipo redondo, y aún le falta trabajo para acercarse a ser uno con forma. El ex-bávaro viene de un conjunto cuyo dibujo y sistematización le permitían pisar área de forma recurrente, estar más y en mejores condiciones en las postrimerías del arco, apoyado además por la tipología de extremos y jugadores que constantemente le suministraban balones.

Esto en el FC Barcelona no debería suponer un problema, los grandes jugadores encuentran su sitio para rendir siempre y cuando el modelo busque potenciar sus cualidades y minimizar carencias. Quizás este sea el mayor obstáculo: los culés le están haciendo intervenir abajo en exceso. Con la baja de Pedri (orden) y Dembélé (desequilibrio) el sistema de cuatro centrocampistas le hace venir a recoger el esférico de forma recurrente. Ahora, el equipo atraviesa un periodo de descontrol en los partidos agravado por las ausencias, y lo común es verle más cerca de su arco que en campo rival fruto de la impotencia. Más allá de si Robert interviene bien o mal, la zona que pisa está siendo su gran hándicap.

Lo normal es que suba  

La temporada no termina aún y lo normal, como pasa con todos los jugadores y también con grandes centro-delanteros, es que recupere el tono poco a poco. Ya dejó algunas pinceladas en el partido contra el Athletic de estar recobrando la chispa necesaria para ejecutar acciones con cierta velocidad y acierto. Eso sí, sumando más en alturas más bajas que donde es realmente diferencial. La anomalía hubiese sido que el polaco mantuviese ese pico de forma alto todo el curso y no bajara ni un ápice. Por ahora, el FC Barcelona necesita encontrarse con su juego si quiere reencontrarlo a él.

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