Reaprender sobre la marcha es el nexo de polos tan distintos como el fútbol o la conciliación familiar
Columna de Joan Cebrián
Si para jugar a fútbol se enseñan las nociones básicas para pegarle patadas a un balón, por qué nadie hace lo mismo con la vida en términos generales. Organizar cursos de benjamines, infantiles o juveniles de cómo ser una persona autosuficiente. O que al menos puedan ofrecer las herramientas más básicas para luego ir aprendiendo con el paso del tiempo. Seguro que, en el caso de encontrar la fórmula adecuada, se traducirían en grandes éxitos y millones de euros.
Picaría fácilmente en el anzuelo de estos cursos de mentalidad de tiburón para el costumbrismo. Principalmente porque ahora porque mi primera preocupación no es ni la situación geopolítica ni el reconocido ‘Caso Negreira’. La cuestión es mucho más importante: la ‘Mona’ de mi sobrina. Cuando nació el entorno familiar, en un ejercicio que no se si fue de compasión o de fe, me intentó convencer de que sería un buen tío y un buen padrino. «Es fácil verlo en tí», me decían. Pero cada día me miro en el espejo y soy incapaz de verlo. Necesito a alguien que me señale con el dedo dónde está ‘aquello’. Da igual que se necesite un puntero láser para indicarlo.
La letra pequeña de ese cumplido es que toca aprender sobre la marcha, ‘ir tirando’ a pesar de no entender absolutamente nada. ¿No es un poco exagerado encargar una ‘Mona’ de Pascua a las cuatro semanas de que llegue la fecha indicada? Evidentemente. ¿Pero quién enseña el timing correcto dentro de la conciliación familiar? Absolutamente nadie. Son situaciones para echarse las manos a la cabeza y pensar: ‘vaya puto desastre de persona’. Además, con toda la razón del mundo. Pero ese pequeño secreto que mi sobrina todavía no conoce se lo dejaremos para más adelante. Quizás la lección más valiosa que le puedo dejar es usarme como ejemplo para que vea que en la escalera de la decepción siempre hay un escalón más del que nos pensamos. De momento me conformo con que me reconozca después de unos meses ausente por estar en otro país.
Precisamente la temporada del Barça de Xavi Hernández se puede resumir en eso: tener claras tanto las ideas como los caminos para la ‘Mona’, ir a buscarla cuando no toca y aprender por el camino cuáles son los timings correctos. Sin embargo, lo que mejor refleja que no se nace aprendido es la situación de los extremos. Concretamente los derechos. No tengo claro cuál es el mayor cúlmen del surrealismo: que Xavi haya activado el ‘click’ de Ousmane Dembélé, que echaríamos de menos de forma no irónica al francés durante su lesión o que entre desaciertos Raphinha se plantaría como uno de los jugadores más determinantes de la plantilla en la fase ofensiva.
Mientras Dembélé volvía a caer de pie, Raphinha pasó a ser el centro de todas las críticas. En gran parte porque la opinión pública instauró en el imaginario un tipo de jugador que no era. Que el exjugador del Leeds era un regateador nato en lugar de un tipo que destacaba por su buena toma de decisiones y su golpeo. Porque lo de ser brasileño y tener una brillante sonrisa muy posiblemente sí son sus únicos parecidos con Ronaldinho. Tampoco le ayudaba al anteriormente leão estar ‘fallón’ durante los primeros enfrentamientos marcados por la lesión del francés.
Pero ha llegado la hora de la verdad y, de momento, la baja de Dembélé no está siendo tan cargante como se esperaba. Ni siquiera hace falta entrar en el juego de la comparación con la ausencia de Pedri. El FC Barcelona sale victorioso del ‘Clásico’ en el Camp Nou y Raphinha se marcha a la selección brasileña con nueve goles y nueve asistencias a sus espaldas. Todo eso estando fallón, algo que no le ha impedido asumir protagonismo en la fase ofensiva blaugrana. Incluso ha tejido cierta sinergia con Sergio Busquets para generar peligro. Una situación que nadie esperaba o que, mejor dicho en este caso, poca gente quiso mostrarlo a pesar de tener los argumentos y la oportunidad para ello.
Xavi Hernández iba a por una ‘Mona’ en concreto y se ha encontrado por el camino que al final era otra, la de cuatro mediocentros -no con un esquemático 4-4-2-, la que iba mejor. Raphinha no sólo se ha adaptado al planteamiento, sino que encima ha brillado cuando la impaciencia estaba empezando a apoderarse. El entrenador egarense coge la sartén por el mano cuando se trata de tirar para adelante entre sorpresas. Por lo tanto, me veo obligado a pedirle a Xavi que se encargue de la ‘Mona’ de mi sobrina. La quiere de chocolate negro y de Minnie Mouse, pero de momento es difícil encontrarla por la zona. Seguro que él sabe dónde se encuentra o se saca de la manga una alternativa -por el chocolate o la temática- igual de efectiva. Reaprender sobre la marcha une polos tan distintos como el fútbol o la conciliación familiar, así que seguro que se moverá como pez en el agua. Ya que nadie enseña, contar con al menos un experto en la materia dentro de la práctica.