De un Barça de extremos a uno sin ellos

Cuando el Barça dispuso del dinero ingresado por las ‘palancas’ en verano, la dirección deportiva del club parecía apuntalar una plantilla de ensueño. La previa incorporación de Ferran, acompañado de los fichajes de Raphinha y Lewandowski, junto con los elementos adquiridos en la defensa, dibujaban al equipo ideal. Pero a pesar del dispendio realizado, todo se ha quedado a medias, especialmente arriba.

El FC Barcelona, con la recuperación de Ansu y Dembélé, más el ya transferido Memphis al Atlético Madrid, tenía una nómina cuantiosa de extremos y delanteros, que presumiblemente era bastante dúctil y capacitada para asumir mucha responsabilidad ofensiva. Donde más opciones iba a tener Xavi para matizar la forma en la que quería atacar; ya fuera buscando más desborde o aceleración, asociación y pausa o desmarque y profundidad, el coctel de perfiles era rico para ofrecer variabilidad al entrenador catalán a la hora de confeccionar los onces.

Eso era sobre el papel, porque la realidad, tras casi ocho meses de competición, es que la línea más endeble del equipo es la de arriba. Y es que el nivel ha sido bastante bajo. Los culés se han quedado muy cortos en el día a día, no pudiendo sacar provecho de las virtudes y características de sus extremos. Con Raphinha y Dembélé siendo los que más regularidad y consistencia han ofrecido en su rendimiento, y Ferran y Ansu actuando por debajo del aprobado. En cualquier caso, ninguno ha dado las garantías que se esperaba por diversos motivos.

El conjunto azulgrana está sumido en una espiral de juego nada positiva, hecho que no le permite mantener actuaciones individuales discretas, y demanda a sus atacantes de banda partidos que rocen una producción elevada y positiva. Recordemos que, en un principio, Xavi dispuso de un equipo que mirara hacia sus costados y luego hacia su centro del campo. La consecuencia fue que se atacaba a marchas extremadamente altas, sin dar tiempo para juntarse en campo contrario y acumulando una cantidad importante de pérdidas que resultaban en peligrosas transiciones rivales.

El de Terrassa, atendiendo a este mal, decidió meter un centrocampista extra a su sistema de juego. El 4-3-3 pasaría a un 3-2-2-3 en la fase con balón, con el extremo izquierdo metiéndose dentro y permitiendo al lateral de ese sector asumir el peso de toda la banda. Algo que resultó sintomático, pues directamente señalaba a la línea más floja quitando a un atacante. Se ganó integración, fluidez y por momentos, ratos de buen juego.

En este esquema , la función del uniextremo (si es que así lo podemos llamar) es clara y bastante específica: fijar, encarar y desequilibrar a su par en banda, aprovechando lo que genere el sector izquierdo. Este plan funcionó perfectamente con Dembélé hasta su lesión, siendo el francés el jugador con más cualidades para llevarlo a cabo. Mientras él estuvo disponible, la idea era coherente, pero una vez se le dio de baja, ninguno de los otros atacantes pudo cumplir esa tarea. El Barcelona no tiene muchos jugadores con esa virtud en la plantilla. Y Xavi se ha quedado corto a la hora de dotar de recursos a los suyos más allá de lo que cualitativamente pueden ofrecer algunos jugadores en el último tercio.

Este problema se vio reflejado en el último clásico, con Raphinha como principal amenaza para tratar de inclinar la balanza en su particular batalla contra Camavinga. El brasileño perdió todos sus duelos contra el francés y los azulgranas fueron apeados de la Copa del Rey. Raphinha ya ha demostrado ser un atacante útil, con recursos que le otorgan validez, pero que carecen de lo que aparentemente necesita la estructura del equipo. Cuando se le ha visto mejor ha sido con un lateral secundándole o con licencias para no estar fijo por fuera, estirando el campo. En lugar de proteger, el colectivo le sobre exige y reluce sus carencias.

Lo mismo se puede decir de Ferran o Ansu, aunque estos como casos aparte, son dos de los jugadores que están señalados por su nivel tan poco productivo. El primero no ha comenzado bien la temporada debido a problemas físicos y, sin sentirse titular indiscutible como lo fue al final del curso pasado, apenas ha dado muestras de ese jugador sabio que hace de la movilidad su mejor arma. Ya no ataca el área ni se desmarca antes, y su juego se ha limitado a ejecutar labores iguales a cualquiera de los atacantes que le toque jugar por la derecha, lo que lo hace parecer disminuido. El segundo responde más a la forma del futbolista. Fati parece haber perdido chispa tras la lesión, dejando solo destellos de lo que alguna vez fue. El canterano basaba mucho de su juego en esas ráfagas poderosas, pero ahora son solo un resoplido. Su situación es la más compleja porque, fuera del margen contextual del equipo, de si se le potencia o no, es su propio nivel el que se ve distante de una recuperación cercana.

La mano del entrenador se ha notado rígida al buscar no repetir aquello que no puede hacer sin contar con determinadas piezas. Buscar el uno contra uno del extremo cuando su juego se estriba en otros aspectos es como intentar andar en bicicleta sin pedales. En el juego, repetir patrones específicos como condición sine qua non puede llegar a ser un limitante importante.

Así pues, entre juego, lesiones y rendimientos se ha construido un Barça que está terminando la temporada con lo justo, siendo victima de una plantilla aparentemente descompensada y que da señales de nuevamente necesitar del mercado para ensamblar algo más competitivo. Eso sí, sin las ‘palancas’ de por medio. Un Barça que, otra vez, parece estar sin extremos.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s