EL CANTERANO AZULGRANA ES LA MAYOR APUESTA DE LA MASÍA Y, CON TAN SOLO 15 AÑOS, SE ESTÁ CONVIRTIENDO EN HABITUAL SU PRESENCIA EN LOS ENTRENAMIENTOS DEL PRIMER EQUIPO.
Artículo de Pablo Carretero
El nombre de Lamine Yamal (2007) resuena en las cabezas de los aficionados del FC Barcelona como el eco de un grito que retumba en las paredes de una habitación vacía. Su irrupción en el fútbol está siendo veloz y exitosa, pues en apenas 2 años ha pasado de jugar en el Cadete A a que su presencia en los entrenamientos del primer equipo no suene atrevida. Lo que para cualquier chico de 15 años sería presión desmedida, para Lamine significa un nuevo reto al que abrazar con ganas. La duda con él empieza a ser qué récords de prematuridad se quedará sin batir.
En un fútbol donde la rigidez, el pragmatismo y el querer que pasen cuantas menos cosas posibles en los 90 minutos están a la orden del día, Lamine es agua en el desierto. Desde el extremo diestro, o en algunas ocasiones como ‘falso 9’, el fútbol del español toma forma a partir de una imaginación y una picardía más propias del fútbol de plaza que del césped de una ciudad deportiva. Cada encuentro es un lienzo en blanco y Lamine Yamal ese niño que le encanta pintar: sabes que puede salirse de la silueta, pero te garantiza un dibujo con muchísimos colores.
Definir al joven canterano como futbolista resulta complicado porque domina tal variedad de recursos que encasillarle significaría ser injustos con su talento. El regate es su mayor generador de ventajas, pues la calidad técnica, el dominio del espacio/tiempo y la percepción de su entorno convierten este recurso en su leitmotiv. El desborde y el 1 vs 1 son para Lamine lo que las primeras palabras para un bebé: a partir de ahí todo viene rodado. Tras superar a ese primer rival y ganar unos metros, el extremo azulgrana tiene la suficiente claridad para elegir la mejor opción, ya sea una conducción hacia dentro, un pase filtrado o probar el disparo desde la frontal. Entiende que, sus primeras ventajas, no solo deben ser aprovechadas por él, sino que su talento puede y debe también alimentar a sus compañeros.
El pasado verano el club debía decidir y sobre la mesa había dos opciones: dejarle otro año en el Cadete A, categoría que le «tocaría» por edad, o promocionarle a juvenil sabiendo que la diferencia física con sus rivales sería abismal. Lo normal hubiese sido optar por la primera opción, pero si algo brilla por su ausencia en la figura de Lamine es la normalidad. Desde agosto el joven canterano se puso a las órdenes de Óscar López, entrenador del Juvenil A que le hizo debutar en la Uefa Youth League el pasado septiembre, convirtiéndolo así en el jugador culé más joven en jugar la competición. Al acabar el encuentro, Óscar tuvo muy buenas palabras para él: «Está siempre preguntando, tiene muy buena predisposición para evolucionar. Hay que tratarlo con tranquilidad y no precipitarse».
Pero Lamine, como cualquier adolescente, está lejos de la perfección. Su inicio de temporada no asombró de la misma forma que lo hacía en el Cadete A por una sencilla razón: pasó de competir contra chicos de su edad a hacerlo con rivales 2 y 3 años mayores que él. En la edad del estirón y donde unos meses se traducen en diferencias físicas marcadas, Lamine Yamal recurrió a ‘La vieja confiable’: su talento como herramienta para marcar diferencias. Son ya 8 goles y 8 asistencias en 1882 minutos, o lo que es lo mismo, una participación directa en un gol cada 118′, números impropios para un adolescente que ha tenido que acostumbrarse a competir contra hombres.
A raíz de su progresión y el ruido que existe entorno a los extremos del primer equipo, la pregunta es: ¿Debutará Lamine Yamal este curso a las órdenes de Xavi? Yo creo que sí. El desarrollo de La Liga y la posibilidad de que el FC Barcelona se proclame campeón jornadas antes marcarán la cifra récord con la que el extremo azulgrana hará su debut en Primera División, pero lo que está claro es que, con 15 años, está preparado para el reto. Hace unos años sonaría descabellado, pero son tantos los ejemplos de chicos de 16/17 años que emergen en el mundo del fútbol que el aficionado ha normalizado lo extraordinario.
La apuesta del club con el joven canterano es clara: firmar su primer contrato profesional cuando cumpla 16 años y que se sume a la gira de pretemporada con el primer equipo. Lejos de los contratos millonarios que atraen a miles de jóvenes (y representantes), la directiva del FC Barcelona está optando por una estrategia más prudente: dejarle claro al futbolista que su renovación es prioritaria para el futuro del club.