Sergio Busquets, el desapercibido que acabó señalado. El final de un contexto irreal.

Touré Yaya en 2009 fue uno de los 5-8 mejores jugadores del FC Barcelona. El jugador africano poseía una calidad técnica y física que le hacían un jugador único por su capacidad para conducir sin miedo en las primeras líneas, filtrar balones, y su gran disparo de media distancia, manteniendo un gran nivel en la parcela defensiva, gracias a su adaptabilidad. A todas luces jugador para marcar una época en el Camp Nou. Touré Yaya igualó una final de Copa ante el Athletic Club  con una jugada solo al alcance de él y del que portaba la 10 en aquellos días – excluyo a Andrés por el disparo – , y unos  días más tarde fue capital en el rol de central, con un gran partido, en la final de Roma que el Barça ganó al Manchester United de Cristiano Ronaldo, Tévez, Rooney, Nani o Park Ji-Sung, entre otros.

Y pese a todo, ningún culé dudaba en una cosa: Sergio Busquets era mejor.

Ese es el inicio de las andaduras de un jugador que empezó acompañando a Pep Guardiola en campos de tercera división, y que más tarde sería capaz de pisar los mejores campos, en los días de mayor celebración del mundo del fútbol. La Ciudad Eterna, Barcelona, Valencia, Mónaco, Abu Dabi,  Johannesburgo, Kiev… Allí donde estaban los focos más luminosos de la esfera del balompié, Sergio Busquets compareció, con su figura de enclenque y su amago eterno; el jugador que usaba el interior del pie hasta para regatear.

Sergio Busquets con 24 años ya era campeón de todo.

En cuestión de partidos, Sergio se convirtió en el jugador al que todos los entrenadores querían parecerse. Encumbrado en objetivo de halago para los mayores eruditos del fútbol (y de Twitter), su status poco a poco fue llegando al de jugador de culto, quizá porque no era apercibido por los ojos del gran público, abandonado en las elecciones del equipo del año de Fifpro o de la Champions, y pocas veces resaltado con MVP de los encuentros. Este momento de infravaloración personal, curiosamente fue contrastado por esos eruditos o amantes de lo estético, que poco a poco eran los primeros en resaltar el papel de Sergio Busquets cuando nadie más lo hacía.

Sergio Busquets fue el infravalorado más remarcado en cada partido en la historia reciente. La paradoja del jugador invisible que acaparaba elogios.

Siendo ya jugador fetiche para los “entendidos”, Sergio tuvo también su propia evolución como futbolista, pese a mantenerse en gran medida siendo el mismo jugador de 2008. Lo cierto es que Busquets desarrolló ciertas pautas ,más allá de su habilidad para sortear presiones, para poder suplir en la élite aquello que no tenía como mediocentro en un equipo que había tenido a Pep Guardiola o Rafa Márquez. El balón en largo. Sergio nunca fue bueno en desplazamientos de balón a grandes distancias, o al menos no tan bueno como lo ha sido en otras prácticas de este deporte. Es por ello, que desarrolló una habilidad que le permitía romper el juego de manera más bestia y que no requería de elevación. Sergio fue capaz de ser el jugador más vertical del centro del campo culé, imponiendo un pase directo, estuviera donde estuviese, a Lionel Messi, y en la mayoría de ocasiones el envío sería raso. Ya fuera desde el pico del área rival o de la propia, Sergio siempre encontraba al argentino. Fue capaz de eliminar procesos para llegar al mejor jugador de su equipo, salvando líneas y situando a Messi siempre de cara y preparado para aniquilar defensas. Era el nexo para asistir a la mayor obra del fútbol del siglo XXI elaborada por el pie de Leo.

Ese pase que recorría el círculo de saque de centro en búsqueda de Leo Messi, manteniendo la regla de que la vía más rápida siempre es la línea recta, es de lo que Sergio hizo arte. Él era el pase al 10. Invitaba a Leo desde todas las posiciones a que atacará ya. Allí donde empezara siendo la pared de Xavi, abandonando el centro para su custodia, terminó siendo la lanzadera del siguiente cerebro del Barça, el 10.

Su otra gran virtud fue el robo adelantado. Antes de que se hablara de presiones adelantadas, o fases de construcción, “pressing defensivo” o igualar pares en la etapa de recuperar balones, Sergio ya era el maestro de la recuperación. Capaz de salir con balón en sus pies de allí donde un mediocentro nunca debía acudir. Y nunca tuvo que justificarse porque siempre, la verdad es que casi siempre, ganaba el esférico.

Sus piernas de alambre, inexplicablemente, podían trastabillar a los mejores jugadores del mundo, incapaces de sortear a un jugador que defendía por intuición, talento y astucia. No había patrones en el fútbol de Busi, él te buscaba, iba a por ti, pero no solo a por el poseedor de balón, sino donde fue más determinante, eligiendo la línea de pase que tapar. No había misterio para Sergio, sabía a quién le ibas a dar el balón. Y llegaba. Siempre. Siempre llegaba.

Pero un día ya no llegó.

Sergio Busquets ha sido un jugador irrepetible, único, absolutamente reconocible, ya sí en su retirada, por todo aficionado al fútbol. Incluso a nivel mediático constituye por sí mismo una marca. Hay jugadores que quieren ser él y en cierta forma ha condicionado su propia posición, siendo un nuevo rol. Fue un futbolista que creó o vivió en un contexto irreal. Utópico quizá.

Sin embargo, sus últimos años – ponga usted lector la fecha que estime -, han sido igualmente poco explicables, difíciles de situar en contexto por todas las idas y venidas que ha sufrido el club a nivel deportivo, disminución del nivel de entrenadores y la pérdida inevitable de talento histórico puro que poco a poco ha ido abandonando a su equipo.

Lo cierto es que Sergio es probable que nos haya hecho ahora afrontar todas las dudas que en sus primeros días nunca despertó. Que es en estos años donde ha sido más señalado, y esta vez sí por todos – no sólo los fetichistas – y no por cosas buenas.

Que cuando era el mejor no recibiera premios y ahora que no es tan bueno sí reciba los palos – justificados en parte – y en todos los ámbitos, deportivo, económico y social,  quizá sea una de las mayores penas que pueda darle el fútbol. En mi modesta opinión, Sergio se ganó a pulso mil premios que no recibió, como también muchas de las críticas recibidas en los últimos tiempos.

De todas formas, he de mencionar, que la figura de Sergio Busquets, pese al meme, sí que es verdad que ha dependido siempre del contexto. Del entorno. De los grandes futbolistas y entrenadores que ha tenido la suerte de tener. Como también de los peores futbolistas y entrenadores que ha tenido en sus últimos días. Que haya pasado de ser invisible ha señalado cada partido, solo es la demostración de que lo que vivimos con el 5, heredero de Carles Puyol, fue algo anecdótico. En tanto que su período fue breve respecto al tiempo del fútbol, y sin embargo, es y será irrepetible.

Yo, personalmente, espero olvidar estos años y recordar siempre lo muy bueno que era.

Gracias, Sergio. Por haber estado y por marchar.

“Cuando te marches creceré, recorriendo tantas partes que olvidé. Llegó mi tiempo y ya lo ves. Tengo paz y es el momento de crecer. Si te marchas viviré con la paz que necesito y tanto ansié”.

El Canto del Loco.

Fdo. Jose C Rodríguez. (Aka Carahaslem)

@Jose_rodriz

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