La ‘construcción’ de Xavi y la ventana de Míchel

Después de caer de manera estrepitosa contra el Girona (2-4), Xavi Hernández se atrevió a afirmar que “tenemos un Barcelona en construcción”. Tras haber ganado una liga encajando tan solo 20 goles en contra, -en esta edición ya lleva 18- resulta que el edificio no se ha derrumbado, sino que ni siquiera ha existido. 

El Barcelona ha entregado la bandera del buen juego a su vecino. A un Girona que, desde su ático futbolístico, ha sentido -pero no padecido- el terremoto que ha sacudido al Camp Nou, casi en ruinas, y a una institución que se mantiene ahogada en su propio relato. Y es que parece que comprando ‘vales de tranquilidad’ se sobrevive, pero no se disfruta. Y a falta de buen juego, hablemos del buen juego, aunque lo practique el vecino.

La supuesta construcción de Xavi es ficticia, y en caso de existir, le haríamos un favor etiquetándola de ‘inapreciable’. Mientras el técnico sigue empeñado en empezar la casa por el tejado del ‘estilo’, resulta que Míchel ha trazado un plano sin fisuras. Y ahí está el vallecano, asomado en la ventana de su casa viendo como el cemento reseco y las palas oxidadas de las obras del Camp Nou piden a gritos el cambio. El Barcelona ha quedado paralizado como la reforma de su estadio, pero la vida del vecino continua. Quizás el éxito pasa por disfrutar de lo que uno tiene sin la necesidad de anhelar tantos imposibles. El Barça de Xavi es el Barça de las cadenas. El del quiero y no puedo constante.

La duración de las obras del FC Barcelona, a este paso, cerca están de competir con la Sagrada Familia. Aunque el club actualmente ni parece una familia, y ni mucho menos rinde culto a ninguna divinidad. Como sí pasa en Girona, donde Míchel Sánchez, sin pretender ser dios, ha arrastrado al Olimpo a jugadores de carne y hueso. A un equipo de fútbol capaz de ejecutar todo lo que dicta la biblia de Xavi. Al otro lado de Catalunya prefieren escribir la historia en lugar de pregonarla, lógico. Míchel no cesa en su afán por seguir redactando nuevos capítulos de la historia, mientras la afición ‘gironí’ espera con ansias el domingo para devorar cada párrafo que escriben los suyos. 

Xavi insiste en una construcción ficticia, puesta sobre la mesa bajo una mirada distorsionada que le inclina hacia la frustración permanente y hacia una expectativa irreal. Las obras del Barça se mantienen detenidas, y el Girona ha aprovechado el silencio de ese vacío futbolístico para montar la fiesta en casa. Líder con un fútbol vertical y siendo el equipo más goleador de las cinco grandes ligas. Esa es la obra de Míchel. 

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