Para algunos el FC Barcelona vs CD Leganés no tuvo ningún matiz especial. Al fútbol todavía algo adormecido después de la pandemia se le juntó un plan de partido rocoso con grietas casi invisibles que solo conseguía iluminar el sol Messi. El argentino es el punto de atracción de este Barça cuando está bien pero sobre todo cuando no lo está. El sol Messi brilla y hace brillar pero el 10 no estuvo alejado de todos sus compañeros: la pandemia no ha extenuado el despertar de Ansu Fati.
El encuentro del hispanobisauguineano parte de una ventaja -no es la pronunciación de su nacionalidad-, al cubrir una necesidad latente durante la temporada, la profundidad, y lo hace con balón y sin él, convirtiéndose en un buen aliado del 10. Fati, al igual que Martin Braithwaite, es una pieza del engranaje y no un engranaje en sí mismo como el intermitente Antoine Griezmann. En la parcela ofensiva del Barça te define la sinergia con Leo y ahí el joven se ha ganado su avalo a base de generar des del regate, el desmarque, la sensibilidad en el toque y el golpeo voraz.
Unas cualidades que casaron con el guión de partido pesado con el que se enfrentó el Barça. Tanto por la propuesta reactiva del conjunto madrileño como la escasez de alternativas que enseñó el cuadro catalán. El planteamiento de Javier Aguirre pretendía ahogar los actores que otorgaban profundidad al ataque del Barça, Fati y Griezmann principalmente, con una defensa de cinco retrasada. La incapacidad de estos para girar a la defensa pepinera y el poco dinamismo que generaba el centro del campo desde el pase y el movimiento sin balón promovieron la aparición del desequilibrio, la alternativa anárquica como solución táctica a la que tantas veces ha tenido que recurrir a través de su principal intérprete Messi.

Pero el 10 tuvo un aliado. Fati, como el argentino, no solo brilló por si solo sino que estimuló a sus socios más cercanos con sus movimientos sin balón. Para Junior Firpo, con sprints efectivos de fuera a dentro, tanto si el lateral izquierdo tenía el cuero como cuando otro compañero, como Messi, insinuaba la conexión con el costado zurdo, hecho que activaba a Junior. El argentino como motor principal del juego azulgrana encontró en el menudo jugador el mejor socio. Hacia él dirigió el primer enlace con el lado izquierdo y no tuvo reparo en acudir a él, ya fuese para acabar la jugada o para que la generase. En un sector ofensivo tan expuesto al juego blaugrana, el ímpetu del juvenil no solo completa el ataque sino que es un actor importante porque representa algo de lo que carece: parece que el Barça necesite más a Ansu que Ansu al Barça.
No solo por el gol que se inventó cuando el conjunto culé miraba más su portería que la rival, sino por todo lo que no fue el equipo sin él sobre el verde. Con él, el equipo de Setién tuvo el 80% de la posesión de la que un 60% estaba en campo pepinero. Por el contrario, su marcha fue significativa: 54% de posesión y un 60% en campo azulgrana. La influencia de Riqui Puig y Arturo Vidal y el segundo gol obra de Messi relativizaron la falta de empeño ofensivo al no seguir Fati, un jugador diferente que no deja indiferente, una pieza necesaria en un engranaje no del todo conexo.